Aldeaquemada pone el cartel de completo: "Cerca de 2.000 personas se juntaron en el pueblo este fin de semana"
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El alcalde Manuel Fernández valora el impacto de la cascada de La Cimbarra, que atrae a cientos de turistas con el interés de ver de cerca este espectáculo de la naturaleza
Las últimas lluvias dejan un impresionante caño de agua en la cascada de La Cimbarra

Aldeaquemada/La ferocidad de la cascada de La Cimbarra ha circulado por todo el panorama mediático nacional como ejemplo consecuente de las continuas borrascas que asolan el sur de la península. Lejos de disuadir, los vídeos captados en torno a este salto de agua de 40 metros ubicado junto al parque natural de Despeñaperros han provocado un masivo interés por conocer de cerca este espectáculo que regala la madre naturaleza. Tanto es así que, a pesar de la incensante lluvia, los vecinos de Aldeaquemada no cesan de ver caras nuevas por el pueblo.
"Han caído ya cerca de 280 litros en este mes", apunta su alcalde, Manuel Fernández. Compara esta cifra con las precipitaciones caídas en marzo del pasado año: 307 litros, "algo que no suele ser lo normal". En la primera quincena de este mes, por lo pronto, el agua está dejando importantes registros en el término municipal. "La noche del domingo llegaron a caer hasta 40 litros". Así, con tanto como cae del cielo, es inevitable que su entorno natural se rinda ante la causa.
Su rincón predilecto, la cascada de La Cimbarra, se ha convertido en esta última semana en un importante foco para el turismo, no solo para el resto de localidades limítrofes. "Cerca de 2.000 personas se juntaron en Aldeaquemada este fin de semana", explica el alcalde. Este hecho, desde luego, ha provocado cierto estupor entre los negocios locales por una sencilla razón: "Hay apenas tres bares en el pueblo y no dan abasto".
Un diamante por pulir
Por el momento, desde el Consistorio han optado por cortar el acceso a este enclave situado a tan solo dos kilómetros y medio del municipio. "Aconsejábamos a la gente que dejasen los coches aquí, sobre todo por seguridad". A esto se añaden los quince o veinte minutos que separan este salto de agua de las viviendas, lo que tampoco supone una afrenta mayor para los interesados en ver la estampa de cerca.
"Es innegable que a la gente le gusta ver el chorro ahora que es mayor, pero la actividad será igualmente incesante hasta el mes de abril durante cada fin de semana, con unas 200 personas de media", expone Fernández. A diferencia del verano, en el que el público se distribuye algo más con la apertura de la piscina municipal, la idea de concienciar a sus propios habitantes está sobre la mesa. "Vamos a solicitar un curso de hostelería para mentalizar de que es un pueblo turístico y puede dar trabajo".
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