Un millar de guardias civiles juran con su vida en Baeza: "Ella tenía su trabajo y ha sido su sueño"

Crónica

De los 2.494 aspirantes seleccionados, 706 provienen de las Fuerzas Armadas, 614 son mujeres y 1.880 hombres procedentes de diferentes comunidades autónomas

La jura de bandera de la 130ª promoción de guardias civiles de la Academia de Baeza, en imágenes (I)

La jura de bandera de la 130ª promoción de guardias civiles de la Academia de Baeza, en imágenes (II)

Un juramento sellado con un beso a la bandera de España en la Academia de la Guardia Civil de Baeza
Un juramento sellado con un beso a la bandera de España en la Academia de la Guardia Civil de Baeza

Baeza/Virginia no podía evitar secarse las lágrimas tras sus gafas de sol, cuando su sobrino Pedro Pablo Fernández besaba la bandera de España y juraba los valores de justicia, lealtad, libertad, integridad, sentido de la justicia y vida. Bajo un sol abrasador y un patio engalanado, 1.605 alumnos de la Academia de Guardias Civiles y Suboficiales de Baeza juraron este miércoles bandera para formar parte de la 130 promoción del Cuerpo. De los 2.494 aspirantes seleccionados, 706 eran provenientes de las Fuerzas Armadas que ya habían realizado su compromiso con anterioridad.

Son 614 mujeres y 1.880 hombres de diferentes comunidades autónomas, un tercio de Andalucía, casi un 11 por ciento de la Comunidad de Madrid y un 9,75 de la Comunidad Valenciana, entre las mayoritarias, pero también con diferentes países de origen: 12 de Argentina, once de Colombia y otros once de Marruecos. También es una promoción muy formada, cerca del 36 por ciento tiene una carrera universitaria, lo que se traduce en un tercio, destacando Criminología, Derecho y Magisterio.

Con paso firme, en una perfecta sincronización al ritmo de tambores y trompetas, desfilaron uno a uno para cumplir un objetivo sellado en un juramento con un beso, el de formar parte del Cuerpo de la Benemérita con más de un siglo de historia. Los aplausos orgullosos de los familiares, parejas y amigos que recorrieron cientos de kilómetros, desde cualquier punto de España, para abrazar los nervios bien ocultos de los alumnos. Es el caso de Virginia, tía, y Pedro Pablo Fernández, padre de también Pedro Pablo que viajaron desde Madrid para acompañarlos.

"Le ha costado mucho trabajo, es un esfuerzo importante el que hacen para entrar aquí y sí le ha costado. Para nosotros es muy emocionante y es un gran día sobre todo para él y estar aquí acompañándole", expresó su padre. También es un sueño para Lidia Domenech, así lo contó su madre, Ana: "Desde niña era su ilusión y lo ha conseguido con esfuerzo". "Ella tenía su trabajo en recursos humanos y ha sido su sueño desde pequeñita porque además su padre también es guardia civil. Veía los desfiles y quería serlo. Es una niña que lo ha conseguido a puño porque trabajando ocho horas diarias, estudiaba, todavía con más mérito. 'Un día grande mamá' decía, más que si se hubiera casado", añadió.

Un juramento para toda la vida

La barbilla alta e intentando aguantar el calor que acababa en gotas de sudor, los futuros guardias civiles grabaron a fuego el discurso, en el día más importante de sus vidas, del coronel director de la Academia de Baeza, Eugenio Ruiz Trillo: "Es un enorme orgullo el que sentís en este momento, para jurar o prometer ante la bandera vuestro compromiso con España y los españoles". "Habéis adquirido la responsabilidad más relevante y trascendental que pueden asumir en su vida profesional un guardia civil, más allá de una obligación legal es el acto más importante de vuestra formación. Es un juramento que marcará para siempre vuestras vidas", destacó.

Elisabet Martínez después de jurar bandera en la Academia de Baeza.
Elisabet Martínez después de jurar bandera en la Academia de Baeza. / Teresa del Sol

Tras el homenaje a los que han dado su vida por España, con una emotiva corona de laurel y cantar el himno de la Guardia Civil que ha resonado con fuerza en el patio de la academia y a los que algunos de los allí presentes, se han unido a este canto unísono. Los familiares y amigos impacientes alzaban impacientes la mirada buscando a los ya guardias civiles. Flores, abrazos y lágrimas se fundían en un momento que seguro, recordarán toda su vida.

Es el caso de Elisabeth Martínez, que tras siete años en el Ejército ha podido vivir este día de convertirse en guardia civil, un sueño desde que tenía 16 años y por fin ha podido cumplir. "Ha sido un logro y un sacrificio. Tenía claro que quería ser guardia civil y la vida militar me ha dado esa facilidad", expresó.

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