Noche de sinsabores y madrugada de sueños rotos en Jaén

CRÓNICA

Los jiennenses se quedaron sin la procesión de El Abuelo ante las fuertes rachas de viento

La Congregación de la Vera Cruz suspende su salida por temor a la climatología adversa

Jueves Santo y madrugada de Jaén, en directo

Nuestro Padre Jesús se queda en las puertas de su Camarín
Nuestro Padre Jesús se queda en las puertas de su Camarín / Enrique Lorente
Antonio Cañada

29 de marzo 2024 - 11:58

Nada hacía sospechar que el escenario cambiaría para los cofrades en el día del amor fraterno. El Jueves Santo amanecía nuevamente bajo la pesada cortina de agua que lleva azotando la capital desde la noche del Domingo de Ramos. Una tras otra se han sucedido las suspensiones en hasta diez cofradías como consecuencia del temporal. Sin embargo, la tarde de esta jornada quiso luchar a capa y espada por defender el refranero -“tres jueves relucen más que el sol”- y permitir un nuevo plan de acción para las hermandades.

El público acudía puntual a San Ildefonso, dispuesto a batallar contra la desesperanza instalada estos días en el corazón de los jiennenses. En la plaza de la basílica menor no cogía un alfiler a la espera de una cruz de guía abrirse camino entre las aguas, esta vez ya disipadas en los pequeños charcos del adoquinado. Pero en la espera, ese Jesús del mar, andante y preso a la vez, no fue capaz de reanudar la Semana Santa con las primeras marchas de la jornada. Con un primer retraso por temor a las condiciones climatológicas, la Congregación de la Vera Cruz decidía finalmente suspender su salida ante la adversidad del tiempo.

El raso negro y morado se quedaba sin esbozar las nuevas luces de los cirios encendidos por las angostas calles del centro histórico. Como un auténtico Gólgota el templo se estremecía a los pies del Cristo de la Vera Cruz, un Señor del Trueno que otrora clamase tormentas y que en este día bien prefería mantenerse al margen de nuevas tentaciones. Sobre el límpido monte, la portentosa efigie de Sánchez Mesa ponía el clasicismo de una hermandad que arrastra tanta historia consigo que harían falta notables estudiosos para llegar a aglutinar su archivo.

Interior de la parroquia de San Ildefonso
Interior de la parroquia de San Ildefonso / Peragón
Primeros llantos de la tarde
Primeros llantos de la tarde / Peragón

Bajo las bóvedas donde reside la patrona de la ciudad se quedaba la mesura y elegancia de esta cofradía "de los civiles" (conocida así por su vinculación con la Benemérita), concentrada en el paso de palio de su dolorosa. La Virgen de los pucheros, tan niña y tan madura en su hechura, presume de tener uno de los mejores conjuntos patrimoniales de toda la Semana Santa. Su corona, prácticamente la de una emperatriz, y su palio, de una elegancia exquisita para los bordados. La protectora de la Guardia Civil dejó un amargo sabor entre los cofrades que esperaban a los primeros capirotes desfilar por la carrera oficial.

Con la primera suspensión en medio de un horario cambiante, en el barrio de Peñamefecit ya estudiaban a media tarde los posibles riesgos que entrañaba su largo itinerario hasta el centro. Después de muchas valoraciones, la hermandad del Gran Poder decidía poner su galeón en la calle pasadas las siete. Su paso por la calle Gran Capitán entrada la madrugada trajo de vuelta la lluvia que añoraban los cofrades: un torrente de pétalos que culminaba en un nuevo exorno floral sobre el canasto de este misterio que tantas pasiones arrastra. Arriba, la Madre del Dulce Nombre en su encuentro en la calle de la Amargura lucía exquisita en su cercanía con el Señor, una estampa que invitó a conmoverse desde las aceras.

El misterio del Gran Poder y la Virgen del Dulce Nombre pasan por carrera oficial
El misterio del Gran Poder y la Virgen del Dulce Nombre pasan por carrera oficial / Peragón

Justo a la misma hora, desde la recién reformada plaza de los naranjos que guardan San Bartolomé el resto del año se podía palpar un olor a azahar desgastado ya por las lluvias. Sus rincones, como los cuatro puntos cardinales, mecían las volutas de incienso a la espera de ver salir a su Cristo. Si existe una obra cumbre en la imaginería cristífera de la capital, permítanme el atrevimiento, es este crucificado expirante sobre monte de lirios. No hay más que presenciar su salida, escorado y encajado sobre la puerta mudéjar del templo.

La divinidad de su rostro sobrecogía desde el suelo y su mirada suplicante parecía hablar en mitad del ruido. Entre la absoluta perfección de su gubia solo cabe echar en falta el uso de unas potencias que reivindiquen su título como Hijo de Dios. Su paso, fraguado entre la platería y las rocallas a golpe de martillo, desfiló a la espera de su pronta remodelación proyectada por la hermandad. La cofradía de la Expiración lleva años apostando por preservar un patrimonio que a buen seguro acabaremos agradeciendo en un futuro.

La negra mantilla ante el tramo de la Virgen otorgó un cariz señorial en la calle San Clemente, cuya estrechez aportaba una cercanía acertada en la negra noche. El palio de las Siete Palabras enmudecía a los más pequeños con sus formas, y es que el relicario que es el paso de esta imagen fue uno de los grandes atractivos para los cofrades del "cangrejeo". En su candelería se libró una guerra encarnizada contra las fuertes rachas de viento, augurando una noche de agitada pasión en Jaén.

El Cristo de la Expiración avanza por Roldán y Marín
El Cristo de la Expiración avanza por Roldán y Marín / Peragón
Sones musicales tras el palio de las Siete Palabras
Sones musicales tras el palio de las Siete Palabras / A.C.B.

A su llegada triunfal a la carrera oficial, la hermandad del Gran Poder rindió un sentido homenaje a la corporación de El Salvador por su aniversario fundacional con la interpretación de la marcha “Lágrimas de Pasión”. El Jueves Santo es, sin lugar a dudas, un día de binomios entre cuadrillas costaleras y formaciones musicales: si de un lado la Estrella pone su sello a esta escena salida del Vía Crucis; en la Expiración se hacen una sola las partituras y el patíbulo de la cruz.

Y para despedir la noche: verse marchar el palio de las Siete Palabras bajo la estampa de la catedral en Bernabé Soriano fue lo más parecido a encontrar la esencia del Jueves Santo. Todo es poco para una jornada cofrade que sigue sorprendiendo a propios y extraños que se acercan este día con la idea de alargar su espera hasta la ansiada madrugada. Si algo pudo fallar en esta tarde de contrastes fue el desagradable viento que enturbió las sensaciones del público y la llovizna que, de vez en cuando, aceleraba la marcha de Jesús del Gran Poder camino de su barrio.

Tiempo, detente

Todo estaba marcado para que Jaén se reencontrase con su Jesús de los Descalzos, incluso la organización de la cofradía, que había optado por modificar su itinerario desde el mediodía por la amenaza del tiempo. Visto así, miles de jiennenses empezaron a instalarse entre los cantones pasadas las doce, sin esperar que aquella cita los dejaría con la miel en los labios.

Varias ráfagas de viento impulsadas desde la Carrera de Jesús sacudieron a los presentes provocando algún susto entre los canalones de los tejados, que rugieron en mitad del vendaval. El plantel era ciertamente agorero para la junta de Gobierno, que esperó hasta el último momento para tomar una decisión. Hasta la llegada de las formaciones musicales para situarse ante el Santuario Camarín arrancó los primeros aplausos de una procesión que ni siquiera había empezado.

Miles de devotos esperaron la salida de Nuestro Padre Jesús hasta el último minuto
Miles de devotos esperaron la salida de Nuestro Padre Jesús hasta el último minuto / A.C.B.

Fue a las 2:25 horas cuando Rosa Garrido, Hermana Mayor de la cofradía, se hacía eco desde los altavoces del templo para dejar caer un jarro de agua fría. El rumor corrió como la pólvora en cuestión de segundos, provocando la indignación de muchos y rozando la desvergüenza de otros que no dudaron en increpar que “sacasen al Abuelo”, como si de un mueble se tratase. Es cierto que muchos no aceptaron la suspensión al ver que la ansiada tregua de lluvia había llegado, pero la dureza del viento marcaba una decisión de lo más sensata para preservar el patrimonio y las miles de personas que conforman esta procesión.

De elogiar fue el regalo de la corporación al querer acercar su venerada imagen hasta el dintel de la puerta, desde donde los vítores rajaron la noche oscura al compás de “Nuestro Padre Jesús”. Fue casi un espejismo de madrugada, con las calles recogiéndose antes de tiempo y un sentimiento de decepción generalizado. La Semana Santa más difícil que se recuerda desde la pandemia terminó arrebatando a los jiennenses la divina presencia de su nazareno ante la Catedral. Ni siquiera la Virgen de los Dolores pudo salir a su encuentro bajo un firmamento nublado. Todo quedó a las puertas, como una cruz que pesa, pero que el Señor de Jaén quiso aliviar: “aguas del cielo, caed, y sobre los campos derramad”.

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