"¡Hay que ir ya!": El grito de un pequeño pueblo de Jaén que logra donar más de 90 toneladas a Valencia

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"El hedor en las calles era impresionante. Nos teníamos que poner la mascarilla", expresa un joven de Villanueva del Arzobispo que llevó víveres a pueblos de Valencia

Los vecinos de Torredelcampo se vuelcan con los damnificados por la dana en Valencia, en vídeo

Ayuda desde Villanueva del Arzobispo.
Ayuda desde Villanueva del Arzobispo.

Villanueva del Arzobispo/"¡Hay que ir ya!". Esa fue la frase que desembocó en una ayuda sin precedentes en un pueblo de Jaén de tan solo ocho mil habitantes que ha logrado donar en tres días más de 90 toneladas repartidos en cinco tráileres, cuatro camiones grandes y seis pequeños y otras seis furgonetas. Hace una semana, en la tarde del martes 29 de octubre la DANA llegó con una fuerza descomunal que arrasó pueblos enteros cebándose con las provincias de Valencia y Albacete.

El agua entró con fuerza en las calles como un tsunami dejando a su paso víctimas, personas encima de los coches, atrapadas en comercios y en sus propias casas. En el resto del país no se sabía aún la magnitud de las inundaciones. Ni siquiera a primera hora de la mañana siguiente, las autoridades competentes activaron la ayuda que hoy se está proporcionando. No fue hasta que fueron pasando las horas cuando las noticias sobre familiares que alertaban de cientos de desaparecidos empezaban a circular: Los valencianos mostraban por redes sociales y televisión que habían perdido todo y que no tenían ni luz, ni agua, ni comida.

Tres días después y el mismo viernes, cuando los militares entraron por primera vez en la comunidad valenciana, el pueblo de Villanueva del Arzobispo se organizó en cuestión de media hora para mandar toda la ayuda posible. Las donaciones económicas y materiales se habían abierto en diversos puntos del país, pero en muchos municipios de Jaén los puntos de recogida no se activaron hasta este domingo o lunes.

Recogida de víveres.
Recogida de víveres.

Lo que no se esperaban desde el Ayuntamiento era que la respuesta de los villanovenses iba a llenar de miles de kilos de generosidad vehículos pesados, contando con ayuda también de pueblos cercanos. Voluntarios, comercios, supermercados, asociaciones sociales y culturales, cooperativas agroalimentarias, cofradías o empresas se volcaron y consiguieron coordinarse en una cadena humana para en tan solo los dos primeros días llevar cuatro tráileres con capacidad de 22 toneladas y numerosos camiones.

Todo un pueblo remó a una y los vehículos, llenos de palés con víveres, subieron transportados por los propios ciudadanos de los municipios hasta pueblos de Valencia donde no había llegado tanta ayuda, y donde algunos vecinos del pueblo, como Kike Viudez y unos amigos estuvieron allí transportando de un punto de recogida a otros municipios para diversificar la ayuda.

El viernes enviaron más de 36 toneladas

"El mismo viernes, el alcalde Jorge Martínez, me llamó a las 11:30 horas para reunir en media hora a todos los colegios, todos los partidos políticos, asociaciones, cooperativas y cofradías, representantes de Ampas, de supermercados, todos acudieron a la llamada sin dudarlo. En cuestión de minutos organizamos todo lo que se necesitaba que nos comunicaba una villanovense en Silla (Valencia). Allí hay una nave de unos mil metros cuadrados donde se puede acceder directamente con los camiones y descargar", explica el técnico de Cultura del municipio, Diego Jiménez.

"Hay que ir ya", fue la frase que más se repitió y que causó una unión única. Así, el Ayuntamiento hizo una compra masiva en los supermercados que realizaron descuentos también y Agua Sierra de Cazorla aportó garrafas. Se habilitaron dos camiones y dos tráileres, uno desde la cooperativa Jaencoop y otro de excavaciones Anaya y a las cuatro de la tarde partieron hacia Valencia.

El sábado se estableció un protocolo con los tres colegios del pueblo como puntos de recogida. Decenas de voluntarios fueron hasta allí a recepcionar todo lo que iba llegando y catalogarlas en cajas y colocarlas en los palés que negocios y empresas donaron. "La gente se volcó desde todos los ámbitos. Es alucinante. Estábamos en el salón de actos y no podíamos movernos de la cantidad de cosas que había. Cuando desde Silla nos decían que ya no hacía falta más de cierto tipo de ayuda, que ahora necesitaban medicinas o productos de limpieza, la gente respondía", expresa Jiménez.

Villanovenses en Valencia después de transportar los víveres.
Villanovenses en Valencia después de transportar los víveres.

Los más mayores colaboraron desde casa

Incluso las personas más mayores quisieron unirse a la causa pensando en la tragedia del pueblo valenciano y Protección Civil acudía a sus hogares para poder recoger los víveres y transportarlos. Además, dos policías locales partieron también de forma voluntaria hacia Valencia. En la noche del sábado al domingo salieron otros dos tráileres y furgonetas a las 4:00 horas de la madrugada cuando terminaron de cargar los vehículos.

En ese viaje, dos jiennenses experimentaron sensaciones muy diferentes aunque con la frustración en común por el caos vivido, Viudez repartió en la zona y Antonio Suárez, uno de los transportistas del tráiler, vivió con impotencia como tuvo que volverse con toda la carga para Villanueva del Arzobispo debido a la situación caótica y la desorganización tras numerosos intentos.

Policías locales que partieron a Valencia.
Policías locales que partieron a Valencia.

"El hedor era impresionante"

"Lo primero que hicimos fue ir a Silla donde tenían en una nave llena de ayuda y allí nos dieron un papel con una especie de "autorización" para certificar que llevábamos alimentos y bebidas para entrar en los pueblos. Un conocido de mis amigos nos estuvo ayudando para ver los sitios a los que podíamos ir con la furgoneta cargada, donde necesitaban más cosas. Cuando entrábamos a los pueblos nos veían que llevábamos comida y nos daban paso. Nos decían que era soltar las cosas e irnos que no podíamos estar allí con los coches parados porque iban pasando vehículos militares, la UME, bomberos porque además las calles estaban destrozadas", describe Viudez.

El primer pueblo al que fueron fue a La Torre, donde Viudez explica que el lodo alcanzaba más de un metro y los coches aún estaban apilados en mitad de las calles o había amasijos de enseres por todos lados. "El hedor era impresionante, nos teníamos que poner la mascarilla porque era insoportable. Había mucho fango y peste", cuenta.

El siguiente pueblo al que fueron con la furgoneta dando viajes fue a Algemesí. "Los dos pueblos estaban destrozados, aunque es cierto que este último había más movimiento de efectivos, en La Torre menos. Hay pueblecitos que son más pequeños a los que no llega tanta ayuda aun estando igual de afectados", relata este villanovense, que estuvieron toda la mañana transportando víveres.

Empaquetado de comida y bebida.
Empaquetado de comida y bebida.

La frustración de un viaje de vuelta cargado

El viaje de la noche del sábado de Antonio Suárez fue muy distinto al de Kike, él ni siquiera pudo llegar a bajar todos los víveres que portaba en su tráiler de 22 toneladas. El vecino de Torres de Albanchez no dudó en ofrecer su camión para ayudar y desde el pueblo villanovense salió hasta Valencia, sin embargo, la lluvia y una cadena de inconvenientes le obligó a volverse. "Fue toda una odisea", afirma.

"Llegamos a las una del medio día e íbamos con destino Alfafar. A cuatro kilómetros de llegar pillamos una retención que tardamos casi tres horas en llegar. Entramos al centro comercial y nos paró la Policía en todas las rotondas sin que nos dejaran entrar en ningún lado. Conseguimos aparcar y llamamos al contacto que nos envió una patrulla de la Guardia Civil y una ubicación. Cuando conseguimos llegar la calle era tan pequeña que los camiones no pueden pasar", narra Suárez.

/ M. G.

Tras esto les plantearon ir al estadio de Mestalla aunque tras varias averiguaciones se encontraba colapsado y posteriormente a Silla que también estaba colapsado. "Como el otro tráiler si tenía trampilla elevadora pudo descargarse sin ayuda, pero el mío se tuvo que quedar cargado. A las cinco de la tarde empezó a llover y nos dijeron que si el río se desbordaba podíamos tener dos metros de agua perfectamente. Entonces saltó la alerta y empezaron a pitar los móviles, para que nos alejáramos", cuenta el torreño.

Antonio Suárez intentó dormir en Valencia, pero le comunicaron que estaba colapsado y tendría que esperar al martes. Entonces, se tuvo que volver a Jaén con todo cargado. "Por la noche no pude dormir de la rabia y de la impotencia que tenía", expresa. Finalmente, la ayuda consiguió llegar ayer a medio día en un segundo viaje con otro tráiler con la descargada programada en Silla.

En medio de la tragedia, la solidaridad de todos los municipios de Jaén y de España ha resultado ser esperanzadora, sobre todo de aquellos en la que los recursos no abundan. "En un pueblo donde mucha gente no llega bien a fin de mes y es muy bonito ver como se ha volcado todo el mundo", concluye Jiménez.

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