El parqué
Jaime Sicilia
Jornada de corrección
CRÓNICA
No hay mal que por bien no venga, y aunque la constante presencia de la lluvia en esta Semana Santa dejará una huella imborrable en la memoria de los cofrades jiennenses, a buen seguro que la agradeceremos en los próximos meses. La primavera acaba de explotar en mitad de una borrasca que ha copado el protagonismo de esta última semana en la que las calles se han visto obligadas a reorganizarse de acuerdo con las decisiones que barajaba cada hermandad. En este colofón de gloria por la resurrección de Cristo, los nazarenos de capa dorada también se han tenido que quedar en el templo.
La cofradía con sede en San Ildefonso ha sido la última en sumarse a la larga lista de suspensiones a causa de la lluvia: doce, para ser exactos. Esta es casi con toda probabilidad la Semana Santa más negra que se recuerda en toda la provincia. Poco antes de las diez, la junta de gobierno de la corporación decidía tomar la decisión de no dar testimonio de fe ante la continua lluvia que asola la capital en esta fría mañana.
Bajo las bóvedas de esta céntrica parroquia han resonado las campanitas de gloria que anuncian el triunfo de Jesús. Ya sin pasión más que el rastro de sus llagas, la talla de Rubio Vernia ha paseado por las naves del templo ante la atenta mirada de sus devotos. Su cuadrilla de costaleras no ha querido faltar bajo las trabajaderas para despedir este día que abre las puertas al tiempo pascual.
Sin pétalos ni palmas, sin el sol bajo la catedral ni las últimas pipas besando los labios del público. Los cofrades nos hemos quedado con una Semana Santa llena de amarguras y resignación por lo vivido. La hermosura de la Virgen de la Victoria no ha podido conquistar un cielo azul tan propio de esta jornada y el único balanceo de sus bambalinas ha podido darse en el pequeño acto organizado por la hermandad en San Ildefonso.
Su exorno floral es un vaticinio de la primavera rebosante de vida que nos espera. Porque tras la muerte, los cristianos confían en la nueva vida. La última estampa que nos quede en la retina será ver las sillas de la carrera oficial recogerse un año más. Por eso mismo, aunque acaba hoy una semana para morir de pena, volveremos a vivir este ciclo rebosantes de felicidad.
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