Crónica negra de Jaén (VII): clamor por el indulto de los hermanos Nereo

Historia

La sociedad española de La Restauración se posicionó amplia y prolongadamente en contra de la pena de muerte para Justo y Antonio Ramírez, condenados a morir en el garrote vil por el asesinato de dos guardias civiles en Porcuna dos años antes

Crónica negra de Jaén (VI): el cadáver sin nombre de Baeza

Recortes de prensa de la época sobre el caso de los hermanos Nereo de Porcuna
Recortes de prensa de la época sobre el caso de los hermanos Nereo de Porcuna

Jaén/“A las cinco y media de la tarde una imponente manifestación se ha formado frente al Palacio Episcopal y se ha dirigido al Gobierno civil con grandes cartelones, pidiendo clemencia para los reos. Una Comisión se destacó y subió al palacio del gobernador, solicitando el indulto de los reos Justo y Antonio Ramírez, conocidos por los Nereos. El deán, gobernador eclesiástico, pronunció un caluroso discurso que impresionó a todos los oyentes. El comercio se adhirió al acto, cerrando todos los establecimientos”.

Así contaba el periódico El Correo Español, el 29 de septiembre de 2015, los intentos a la desesperada de la sociedad jiennense por evitar la ejecución de dos hermanos de Porcuna. Ambos estaban acusados de matar a tiros a una pareja de guardias civiles dos años antes. El caso no sólo fue relevante a lo largo y ancho de la provincia, sino también a nivel nacional, y supuso un antes y un después en la lucha social e institucional contra la pena de muerte en España. Pasó hace más de cien años. Pasó en Jaén.

Crimen en la Porcuna de La Restauración

Luis Emilio Vallejo Delgado, director del Museo Municipal de Porcuna, resume así el contexto social de la época, en plena Restauración, en su reportaje El crimen de los hermanos Nereo, cien años del clamor de Jaén contra la pena de muerte, publicado en el número 40 de la revista Andalucía en la historia, que salió a la luz en abril de 2013: “El poder económico y político estaba en manos de caciques, que eran quienes organizan la política local a través de los partidos Conservador o Liberal, reservándose para sí mismos, o para sus afines, el acceso a las diputaciones provinciales, para dar luego el salto al ámbito nacional (al Congreso o al Senado) a través de las distritos electorales de Martos o La Carolina. En paralelo, se produjo también el afianzamiento, muy minoritario pero creciente, del anarquismo obrero (sindicato de obreros Paz y Libertad), del socialismo y los primeros rebrotes republicanos en pueblos del entorno de la campiña cordobesa y giennense, como Bujalance, Porcuna, Villa del Río o Torredonjimeno”.

El experto cuenta que la familia de los Nereos, natural de Priego de Córdoba, llegó a una superpoblada Porcuna -tenía más de 10.000 habitantes cuando hoy tiene menos de 6.000- en 1908. El matrimonio, Antonio y María, tenía tres hijos. Amalia era la mayor. Luego estaban Justo y Antonio. Sus apellidos eran Ramírez Muñoz, pero se les conocía por el segundo nombre del progenitor, Antonio Nereo. Siempre tomando como referencia el reportaje de Vallejo Delgado, los dos hermanos trabajaban como guardias rurales en 1913, cuando tenían 22 y 18 años, respectivamente. Les encantaba la caza, y su pasión cinegética les llevó en varias ocasiones a saltarse las prohibiciones impuestas por las autoridades, fruto de lo cual la Guardia Civil les multó más de una vez.

El 28 de julio de ese año, dos guardias civiles, el sargento José Martínez Montilla y el guardia Francisco Vivancos Cánovas, fueron encontrados muertos cerca de el cortijo de Los Borregos, en el que trabajaban los Nereos. A las dos víctimas se las había visto antes, en las cortijadas porcunenses, por las que hacían su ronda en mitad de una fiesta local. Según Vallejo Delgado, los vecinos, hartos de escuchar los sonidos de las escopetas de los Nereos, que habían aprovechado para salir de caza por vez enésima, propusieron a los guardias civiles que se disfrazaran de campesinos para que pillaran in fraganti a los dos jóvenes: “Ante la insistencia de los cortijeros, éstos terminaron por acceder, colocándose sobre las guerreras unas camisas y pantalones de labrador, unos sombreros de paja y subiéndose a lomos de dos caballos de tiro, mientras los máuseres eran ocultados en las alforjas, cubiertos con mantas”, reza el texto.

El plan no salió bien, sin embargo. Poco después, los vecinos encontraron al guardia muerto a tiros y al sargento gravemente herido. Murió al día siguiente, en el hospital de San Benito de Porcuna, sin haber podido contar nada de lo sucedido. La prensa de la época se hizo eco del suceso y apuntó que los asesinos habían huido de lugar de los hechos hasta ocultarse en la Sierra de Córdoba. Seis días después, el alcalde de Porcuna, Emilio Sebastián, entregó a los dos hermanos Nereo en el juzgado de Martos. Estaban escondidos, según Vallejo Delgado, en una fortificación romana en el porcunense cerro de Abejúcar. La Guardia Civil los encerró en la prisión provincial de Jaén.

La reconstrucción de los hechos arrojaba más de una duda en torno a la autoría del crimen. Por un lado, las víctimas no tenían signos de lucha; por otro, los disparos se habían hecho a quemarropa. Además, no había ningún testigo directo del suceso. Para juzgar a los dos hermanos se formó y celebró un Consejo de Guerra en 1914, previa inhibición de la justicia ordinaria. La sentencia llegó al año siguiente, el 22 de febrero de 1915: penas de muerte por garrote vil para Justo y Antonio por haber asesinado a la pareja de guardias civiles.

Protesta social e institucional en pro del indulto

“La respuesta social no se hizo esperar. El 7 de junio de 1915 la sociedad civil se movilizó organizándose para ese mismo día una multitudinaria manifestación, en la que tomaron parte todas las clases sociales. Se crearon comisiones en Jaén y en Madrid para solicitar el indulto al rey. Virgilio Anguita Sánchez, diputado a cortes (liberal) por el distrito de Martos dirigió un telegrama al jefe de Gobierno, Eduardo Dato (conservador), para que intercediera por ellos. El Partido Conservador de Jaén, a través del diputado provincial porcunense Ricardo Dacosta Ortega, también secundó la petición”, narra Vallejo Delgado en su reportaje.

Los hermanos Nereos encontraron otros dos aliados de notable influencia social y política: el que sería presidente de la II República, Niceto Alcalá-Zamora, que por entonces era diputado en las Cortes de Madrid, y el fundador del Partido Socialista, Pablo Iglesias. Incluso la prensa se posicionó clara y públicamente a favor del indulto. Es el caso, entre otros medios, de El País, que, en la portada de su edición del 28 de mayo de 1915, publicó lo siguiente: “Están condenados a muerte. Todo Porcuna solicita el indulto. Por él trabajan el Sr. Prado Palacios, el Ayuntamiento de Porcuna y los representantes en Cortes del distrito y de la provincia. Con toda el alma nos asociamos a esas nobles gestiones y suplicamos al Gobierno el indulto de los hermanos condenados a la última pena. Estudie el Gobierno el expediente y es probable que encuentre en él motivos para aconsejar el indulto. Lo deseamos”.

Los intentos por indultar a Justo y Antonio no cesaron en los meses siguientes. Y la presión dio parcialmente sus frutos en septiembre, justo después de la “manifestación imponente” en Jaén descrita en El Correo Español. En esa misma edición, del 29 de septiembre, se informó, “con regocijo”, de que el hermano mayor, Justo, que entonces tenía 24 años, había recibido el indulto después de que Antonio, de 20, se atribuyera la autoría de las dos muertes. Realmente lo que Justo logró, por mediación de Alcalá-Zamora, fue que le conmutaran la pena de muerte por la cadena perpetua.

“Siguen las gestiones de indulto a favor de Antonio, joven de veinte años. Ambos conservaron una intachable conducta en la cárcel. Ha llegado el verdugo, procedente de Burgos. Está próxima la hora de entrada en capilla. El reo está decaidísimo, llora y se niega a tomar alimentos. El jefe de la cárcel le consuela paternalmente. Se ha concentrado la Guardia Civil. Se espera una compañía del regimiento de Granada, procedente de Sevilla. Los padres del reo vinieron a Jaén y se volvieron a Porcuna, sin atreverse a visitar la prisión. El reo encargó al enfermero de la cárcel que enviase 30 pesetas, producto de sus ahorros, a sus padres. Jaén ha suspendido todos los espectáculos”, reza la crónica de El Correo Español de aquel mismo día.

Las presiones del rey Alfonso XIII

En el periódico se narran las gestiones y reuniones a contrarreloj en las más altas instancias nacionales por lograr que Antonio tampoco tuviera que pasar por el garrote vil. En El Correo Español también se explica, en la noticia titulada Los reos de Porcuna: indulto de Justo Ramírez, cómo el presidente del Consejo de Ministros, Eduardo Dato, recibió a una comisión compuesta por Alcalá-Zamora y los representantes de la provincia de Jaén en las Cortes: “Los comisionados pusieron en conocimiento del presidente del Consejo la imponente manifestación que se celebró ayer en Jaén, de la que damos noticia telegráfica en otro lugar de este número, para pedir el indulto de los hermanos Nereos. También pusieron en conocimiento del señor Dato la confesión hecha antes de entrar en capilla por uno de los hermanos que se declara único autor del crimen, haciendo constar la inocencia del otro reo. En vista de todo ello, los comisionados solicitaron el aplazamiento de la sentencia para nuevo estudio de la causa”.

Sin embargo, Dato no accedió a ello. Ante las presiones del mismísimo rey Alfonso XIII, a través del Marqués de Lema, sí que llegó a reunirse con el ministro de la Guerra, Ramón Echagüe, para buscar una solución definitiva al asunto. Pero el acuerdo al que llegaron fue claro: se indultaba a Justo Ramírez, al que se consideraba inocente de los asesinatos de acuerdo a la confesión de su hermano, pero la pena de muerte se mantenía para Antonio.

La sentencia se ejecutó al día siguiente, el 30 de septiembre de 1915. Vallejo Delgado destaca que la prensa jiennense se puso de acuerdo para no publicar ningún periódico aquel día, sino tan sólo un pasquín titulado La tragedia de Jaén: consumatum est, que se puede leer en el blog La Nereida: “Esta mañana, a las ocho, ha sido ejecutado el menor de los hermanos Nereos, Antonio Ramírez. No se ha tenido en cuanta la reclamación unánime de la opinión, ni la calidad de los elementos que han intervenido en favor del desgraciado reo, ni las importantísimas atenuantes de su delito, que se han hecho públicas y no han sido refutadas por nadie. Todo ha fracasado ante una obstinada ferocidad vindicativa. […] En Jaén, un hombre joven, en la plenitud de la vida, de una generosidad de corazón conmovedora, se ha sentado en el patíbulo y ha muerto ha manos del verdugo… ¿Han quedado salvados por esto los prestigios de la Guardia Civil? […] Nada de esto se ha conseguido. ¡Y, sin embargo, se ha aniquilado una existencia humana! Sobre el Gobierno que preside el señor Dato, sobre este Gobierno, que se puede ya apellidar para siempre el de la cobardía y el de la crueldad, ha caído una mancha sangrienta que ningún Jordán podrá lavar”.

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