La conjura de Cazorla

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Protesta ante el centro de salud de Cazorla.
Protesta ante el centro de salud de Cazorla.

Pocos agravios más sensibles que los relacionados con la pérdida de servicios de una población, cuando se advierte el peligro de perder algo básico. Aquello de que con la salud no se juega es, más allá de una frase hecha o un lugar común, un pegamento social que es capaz de unir lo que hasta el momento parecía desmadejado.

Cazorla siente que su salud se aleja y los cazorleños tienen claro que el cierre de su centro de salud, por las pésimas condiciones de habitabilidad y riesgo tras las últimas lluvias, no puede convertirse en un atajo para dejar al municipio con un servicio de atención menos. Entienden que el traslado de la atención primaria hasta el hospital comarcal no es nada puntual y se rebelan contra la decisión que pone a trasmano la salud.

Antes, padecieron, junto a los propios profesionales médicos, las evidentes carencias de un edificio antiguo al que se le notaban todos los achaques propios de la falta de dinero público. Ese paulatino deterioro no se frenó y no están por la labor de hacer de la necesidad una supuesta virtud con un hospital alejado del centro urbano y que, a priori, está destinado para otras “cuitas”.

Este centro hospitalario está alejado en unos dos kilómetros del centro de la población, pero es que, además, no cuenta con acceso peatonal salvo que se ocupe la carretera A-319. De ahí las “caminatas” con las que movilizar y visualizar un despropósito evidente.

Los apaños de última hora, ya sea con la creación de accesos o la puesta en marcha de un autobús, llegan tarde y serán bienvenidos, pero no atienden la principal cuestión que reclama Cazorla: contar con un centro básico de salud dentro de la población. Las personas mayores, dependientes o con movilidad reducida no deberían jurar por Hipócrates para recordar sus derechos.

En el mundo rural siempre se vive cuesta arriba y las administraciones que tantos alardes hacen para preservarlo no deberían hacer trampas en los presupuestos para escatimar un pequeño y operativo centro ambulatorio. Vaya a pensar la ciudadanía que el milagro económico andaluz no da para un coqueto dispensario.

Antes ya hubo intentos de concentrar los recursos sanitarios en este hospital comarcal y aquel atisbo de, llamémosle, “reorganización de recursos” tuvo la necesaria contestación social y política para evitar que las poblaciones perdieran ese peldaño sanitario. Así que el asunto viene de lejos más allá del foco informativo de los últimos días. No obstante, si hay alguien en la sala que tenga otro modelo de atención sanitaria para las zonas rurales, que levante la mano y lo explique políticamente.

Mientras tanto, los cazorleños hacen bien en ponerse mirando hacia Fuenteovejuna y recordar a Lope de Vega ante los atropellos y dislates del mandatario de turno: “La libertad no es un regalo que nos dé un estado o un jefe, sino un bien que se conquista todos los días, con el esfuerzo de cada individuo y la unión de todos ellos”. Pues, en esas andan, sin necesidad de aniquilar al comendador, pero sí de darle una atención sanitaria justa.

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