La catedral del agua: otro tesoro patrimonial desconocido en la provincia de Jaén
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Este enorme depósito de agua con capacidad para albergar 800.000 litros forma parte de un relato cultural e histórico que este pequeño municipio pretende impulsar en su entorno
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Beas de Segura/El agua ha sido desde tiempos pretéritos el 'alma mater' de Beas de Segura y sus habitantes. Las raíces de sus cultivos y la propia convivencia de los vecinos han bebido, nunca mejor dicho, de este líquido elemento que hoy da fruto abundante. Ahora, con la conciencia de estar ante un paraíso natural regado por la capa freática de su suelo, desde el Ayuntamiento y el área de Turismo impulsan este recurso para convertir la cultura del agua en todo un relato.
"Hemos localizado cada elemento para exponer su valor patrimonial en un trabajo conjunto", cuenta Carlos Serra, responsable de la oficina de turismo de la localidad. La presencia del agua en Beas a menudo ha propiciado que "en tiempos de sequía no haya habido problema realmente", según expresa este beasense. Sin embargo, la capa freática es tan alta que "también nos hemos inundado en alguna ocasión".
En esa idea de convertir este concepto en todo un atractivo para el pueblo, el Ayuntamiento ya plantea diferentes visitas a zonas del casco antiguo donde se ubicaba el antiguo molino o la propia configuración de las viviendas en torno al río y su vega. Incluso, Serra apunta al desconocimiento generalizado de la población frente a realidades cotidianas como el barrio de 'El Tendedero'. "Mucha gente no sabe que esta zona se denomina así porque era donde se secaban las telas".
La joya de la corona
Si algo llama la atención en ese catálogo de recursos que emplea este relato en particular es el inmenso depósito que algunos ya han bautizado como "la catedral del agua". Son principalmente dos vasos con capacidad para albergar hasta 800.000 litros cada uno, pero lo que podría parecer una infraestructura con la mera función de contener agua ofrece en realidad una estampa de lo más impresionante. A través de un columnario abovedado, esta edificación presenta una obra arquitectónica que no deja indiferente a nadie.
Fue construida a mediados de los años 50 para garantizar el suministro a la totalidad del municipio. "Me encontré no hace mucho a un hombre que había trabajado allí en su época y no era consciente de lo que habían hecho", cuenta Serra. Por motivos relativos a cuestiones sanitarias, no se trata de un espacio abierto al público, tal y como apunta, si bien ha recibido alguna que otra visita mientras se realizaban labores de limpieza en uno de los vasos.
"Somos diminutos cuando entramos dentro", destaca, y precisamente esa sensación del ser humano por formar parte de un espacio así ha logrado reunir hasta a un centenar de personas con el deseo de conocer este templo acuático. "No puede albergar visitas diarias debido a que implicamos a la propia compañía gestora del agua". Solo algunos afortunados pueden presumir de haberse adentrado en estas instalaciones durante el último plan de autocontrol, en el que se llevaron a cabo labores de limpieza hidromecánica además de una actualización del sistema de cloración.
Los vecinos de Beas redescubren estos días sus tesoros locales gracias a la difusión de varias imágenes en las redes sociales y otros medios. El objetivo por parte de las autoridades competentes es claro: quieren poner en valor todo el circuito del agua por la localidad, incluso aquella que pasa por las acequias. Si ya lo dice el refrán: agua que no has de beber, déjala correr.
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