Las cartas de gratitud y cariño de una hija a su madre paciente de cáncer

Salud

La Asociación Española contra el Cáncer de Jaén mostró un estudio elaborado con testimonios sobre las necesidades del paciente en la fase final antes de la muerte, y Natalia Garrido tuvo la generosidad de compartir el suyo

El cáncer en la fase final antes de la muerte: "Cuando llegan los tratamientos paliativos, llegan tarde"

Las cartas de gratitud y amor de una hija a su madre paciente de cáncer. / Freepick.

Natalia Garrido es una de las familiares afectadas por el cáncer que participó como voluntaria en el estudio 'Las necesidades y barreras en los cuidados en el final de la vida' elaborado por la Asociación Española contra el Cáncer. "La necesidad era este informe", expresó.

Su madre padece cáncer y se encuentra en esa fase de cuidados paliativos. Garrido tuvo la generosidad de participar en el informe y aportar su historia de vida cuando su madre empezó a "degenerarse". Ella se convierte en el centro prácticamente de sus vidas y lo aceptan con un enorme cariño y voluntad.

Ahora, la intensidad es mayor porque la dependencia también lo es, y sienten que el día a día es una aventura porque es diferente, porque las necesidades físicas y emocionales son distintas. "Y con ese tinte de tristeza y frustración" afrontan cada nuevo amanecer ya que los cuidados no van encaminados para que su madre mejore, sino para que su "calidad de vida y dignidad como ser humano se mantenga intacta hasta el final de su vida".

Con una gran entereza Garrido se abrió y compartió las cartas que se escribieron su madre y ella hace años cuando estaba en Alemania y sus padres fueron de vacaciones a visitarla. Su madre le escribió:

"Lo primero que quiero decir es que tengo esta actitud mía que no me echa para atrás en nada y luego hija que te tengo a ti para aconsejarme cariñosamente. Siempre me dices que no me vaya tan alegre y de prisa andando que no puedo. Gracias hija por cuidarme. Hemos visitado muchas cosas pero siempre adaptadas a mí. Me has llevado a todos los sitios en coche y luego andado muy poco porque siempre procurabas dejarme lo más cerca posible de dónde fuéramos.

Por ejemplo, el día del castillo, la gente lo visitó y nosotros nos quedamos juntitas en el patio porque yo no puedo subir las escaleras y tú te quedaste sin verlo por acompañarme. Gracias hija. Pero habrás visto que yo no me rindo, hasta donde pueda voy y yo genio y figura hasta la sepultura hija. Lo importante es poder estar con la familia porque tengo que decirte que la familia sois papá y tú, y sois todo lo que me mantiene bien, es tan importante vuestro apoyo. Luego hemos tenido días de nada más que paseos por la ciudad, papá y yo, tranquilos, muy despacio, de charlar, reírnos, tomar café y todo siempre sacando lo positivo y poder estar contenta. Nos quedamos con lo bueno de todo este verano, de nuestras risas y el cariño que te tenemos hija. Tú eres el motor de este corazón loco de tu madre.

Y yo le contesto: No me des las gracias mamá, porque cuidarte no me cuesta nada, no es un esfuerzo, es un acto de amor que sale natural. Los tres, papá, tú y yo estamos aprendiendo esta nueva realidad, aprendemos a adaptarnos a sacarle partido. Cuando estuve en terapia, uno de los temas que traté con mi terapeuta durante mucho tiempo es la presión y la punta que tenemos muchas veces los cuidadores principales de una persona con una enfermedad crónica como es nuestro caso. Una de las cosas más bonitas que mi terapeuta me regaló fue entender que cada momento que he pasado a tu lado cuidándote, mirándote, escuchándote fue y es mi decisión.

A mí se me abrieron los ojos como platos porque yo pensaba que esto era un deber. Cuidar a tu madre es un deber, pues no lo es. Es una decisión. Porque es verdad que existe la decisión de no hacerlo. Cuando tomé conciencia de que yo llevaba decidiendo toda la vida quererte en la enfermedad y en la salud, ya no volví a sentir más presión oculta u obligación. Es una cosa que hago con gusto, es un acto de amor, como te dije al principio de estas palabras. Por ello, no me des las gracias. Si ahora solo das dos pasos, yo los doy contigo. El tercero y el cuarto no me interesan si no son contigo, mamá. Hay muchas maneras de conocer y transitar este mundo, y papá y yo lo hacemos contigo encantados y contentos. Nunca jamás hemos pensado que eras una carga o un límite, incluso sabiendo que nuestras vidas han estado a veces limitadas por tu enfermedad. Siempre más allá de ese límite significa no tenerte, papá y yo siempre lo hemos tenido claro, no nos compensa.

Yo te aconsejo, me enfado contigo, hago de tu madre y luego hago de tu hija. Lo mismo te curo una herida como te pido consejos. Y esta relación que mi terapeuta calificó de muy intensa, la hemos construido en tus momentos de salud y en tus momentos de enfermedad. Y seguiremos con ello. Tu gran reto es que aprendas a planificarte físicamente y que asumas tus nuevas necesidades. El reto de papá y mío es respetar tus decisiones y tu proceso. Y como tú dices, es hermoso ser el motor de tu loco corazón".

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