Los abanderados de la Virgen de la Cabeza: más de cuatro siglos de historia

TRADICIONES

Esta figura de la romería de Andújar cuenta con todo un código a la hora de enarbolar sus insignias por el entorno del santuario

Qué hacer en la Romería de la Virgen de la Cabeza en Andújar

Los banderas de la Cofradía Matriz ante la imagen de la Virgen de la Cabeza
Los banderas de la Cofradía Matriz ante la imagen de la Virgen de la Cabeza / Cofradía Matriz
Antonio Cañada

10 de abril 2024 - 10:23

Tremolar las banderas es un arte, prácticamente un oficio, que los romeros de la Virgen de la Cabeza han asimilado desde lo más profundo de sus raíces. Las largas picas lanzan sus propias chicuelinas en un ritual premeditado. Su origen está respaldado por siglos de historia, al menos así lo atestigua la primera representación de este momento en una pintura del siglo XVII ubicada en el santuario. “El dato más fehaciente lo tenemos ahí: un cofrade vestido con túnica blanca está tremolando la bandera”, cuenta Manuel Almansa, uno de tantos romeros que, nunca mejor dicho, lleva a gala su devoción por “La Morenita”.

Si bien puede parecer algo muy personal para los ciudadanos de Andújar, lo cierto es que esta acción de ondear las banderas ya existía en otros muchos rincones, aunque su presencia en los cortejos se ha acabado diluyendo con el tiempo. “Es el saludo por excelencia, tanto de gloria como en la propia pasión de Cristo, en el caso de Alcalá de Guadaíra”, explica Almansa. “Su origen puede estar relacionado con los tercios de piqueros y la milicia en cuanto a la altura de la pica, pues seguramente se tomase ese modelo y las banderas ya estuvieran aquí en el XVI”.

Manuel Almansa ejerció la vocalía de cultos, formación y juventud en el año 2004 y recuerda orgulloso aquellos primeros cambios que dieron lugar a la figura que hoy contemplamos en romería. “Durante los años 70 los banderistas eran personas asalariadas, y en el 88 solo quedaba un hombre mayor ejerciendo el papel de tremolar”. Es en ese momento cuando surge el Grupo Joven en el seno de la Cofradía Matriz de Andújar, un germen de nuevas ideas para realzar la fiesta. “Fue el momento de retomar esta tradición: tomamos las banderas para otorgar mayor dignidad y organizamos las filiales en el cerro”.

Lienzo de Bernardo Asturiano (siglo XVII) donde ya aparecen las primeras banderas
Lienzo de Bernardo Asturiano (siglo XVII) donde ya aparecen las primeras banderas / Cofradía Matriz

Desde entonces no han faltado jóvenes que han querido acercarse para tomar el relevo de viejas generaciones, tanto que hoy día existe una treintena de personas dedicadas exclusivamente a portar las banderas oficiales de la Cofradía Matriz. “Ahora hay tanta juventud que los fiscales de banderas hacen sus listados donde se les va notificando su turno”, aclara. También el atractivo de esta figura pasa por su exportación al resto de hermandades filiales, que han persistido en la difusión de este oficio más allá de Andújar.

Almansa compara la evolución de los abanderados con la de los hermanos costaleros de la capital hispalense. Su transformación ha alcanzado una identidad propia que responde a un ritual personal acentuado a partir del 2000. “Hay toda una lengua detrás de su uso, como entrar siempre inclinando la pica y haciendo una reverencia”. Tanto es así que los devotos de la Virgen de la Cabeza ya han asimilado este protocolo. “Hemos conseguido que la gente cuando nos ve entrar se pare, porque sabe que vamos a hacer algo”.

Si característica es la figura del abanderado, su herramienta insigne ha de cumplir igualmente unos requisitos básicos para ondearse. “El tejido de las banderas suele ser un damasco fuerte y tupido, pues si la tela no tiene una urdimbre recia se puede partir con el viento”, apunta Almansa, quien ha enarbolado alguna de aquellas primeras insignias. “Después se hicieron algunas de un raso más liviano, que están muy bien para aprender, aunque ya están en desuso”.

Abanderado de Andújar en los años 70
Abanderado de Andújar en los años 70 / Manuel Almansa

Estas piezas textiles forman parte del extenso patrimonio de la Cofradía Matriz, por lo que han adaptado de igual manera sus formas con el paso de los años. En el pasado eran familias donantes las que ofrecían las banderas y otorgaban su nombre a éstas para reconocerlas, pero esto cambió cuando se decidió dar una significación particular a cada una de ellas. “Nos planteamos que cada una respondiera a los títulos de la cofradía: Rosa de Oro, aparición, medalla de Andalucía…”, enumera. Una de ellas, de las más antiguas, alude al año jubilar concedido por la Santa Sede hace ya seis décadas.

A pesar de todo, la presencia de los abanderados y abanderadas (que también las hay) no se limita al mes de abril. Gracias a su mástil desmontable, una representación de la Cofradía Matriz acude a lo largo del año a las distintas procesiones de las hermandades filiales. “Es una costumbre que se ha afianzado con el tiempo, y nos reciben con mucha gala”. Muchas de estas banderas han cruzado provincias enteras hasta lugares remotos de Andalucía: “Se puede decir que hay un trocito de Andújar en cada rincón”.

Las banderas ondean ante la calzada del santuario
Las banderas ondean ante la calzada del santuario / Santi Suárez

Con el camino “llenito de primaveras” en este mes abrileño, los romeros ya se encuentran inmersos en la agenda de actividades que los conducirá hasta el encuentro con su Virgen de la Cabeza. Los convites de banderas se suceden estos fines de semana previos a la romería para proclamar la llegada de esta fiesta con ocho siglos de historia. “Se visitan las pedanías de Andújar con el acompañamiento de pasodobles”. Se trata de una especie de anuncio previo, una invitación a que los vecinos participen un año más en las vísperas de su tradición más arraigada. Las banderas ondean ya con Sierra Morena de fondo y su Virgen, ansiosa por acoger de nuevo el legado centenario de su morada.

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