El apagón en Jaén: un hospital sin inmunoterapia, la locura por las velas y los trenes, una vez más

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La capital jiennense ha quedado sin luz ni cobertura durante casi una jornada completa. “Mi padre tenía tratamiento en Oncología y no ha podido completarlo”

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Alimentación Cerezo Jaén.
Alimentación Cerezo Jaén.

Jaén/“¡Esto parece el apocalipsis!”. Son las 16:30 horas y ya han pasado más de dos horas desde que un apagón dejara sin luz ni cobertura a España y otras regiones de Europa. Ayer 28 de abril será un día que se grabará en la memoria de muchos. En las calles de Jaén la confusión se palpa, desde el tráfico controlado por los agentes de Policía Local en los cruces más complicados hasta en las conversaciones. No se habla de otra cosa.

A las 13:00 horas los vecinos salen a la calle y preguntan con una misma respuesta en cada puerta: “Lo que nos faltaba, ahora sin luz”, replica uno. La velocidad con la que discurre la vida, la rutina instaurada, se detiene de golpe cuando dejamos de estar enchufados a una pantalla y de repente todo deja de funcionar. No sabemos qué hacer.

Un invento del siglo XIX, que por algún motivo hasta ahora se desconoce, no sirve para nada. Al menos por unas horas, aunque las manecillas del reloj ahora sí se miran. Ya no hay alacenas frescas donde conservar los alimentos, mientras los de la nevera se descongelan, los baños sin ventana no tienen luz, casi no quedan billetes ni monedas en la cartera porque todo se paga con el móvil o con tarjeta, cocinar queda para los que con suerte aún tienen gas, no quedan velas en las casas y coger el coche con los semáforos apagados es deporte de riesgo.

Un agente de la Policía Local controla el tráfico en el Gran Eje, en Jaén.
Un agente de la Policía Local controla el tráfico en el Gran Eje, en Jaén.

Primera parada: El Hospital

En el camino, Eugenia Sánchez, de 79 años, está parada en la puerta de su casa, esperando no sabe muy bien el qué, mirando la vida pasar. No puede ver su canal favorito, Canal Sur, después de comer. El disgusto se le nota en el semblante: “¿Se sabe algo?”, pregunta inquieta.

“He tenido que mandar a mi cuñado a por velas porque como esto dure mucho no sé como me las voy a apañar. Como antiguamente supongo, pero hace años que no recuerdo esto”, explica Eugenia.

En el centro de salud de su barrio ‘Federico Castillo’, las enfermeras esperan en fila para recibir a cualquiera que entre por la puerta y preguntarle qué necesita porque todo no lo pueden cubrir. “Esta mañana todo ha ido con más normalidad, las recetas a mano, como antes. Lo único que no hemos podido mandar pruebas, analíticas y todo lo que funciona con ordenador. Ya esta tarde no está viniendo nadie”, cuentan.

“Yo ahora tendría que hacerme una biopsia, tenía una cita a las tres y media, pero me la han cancelado y me voy”, cuenta Carmen Lara desde el Hospital Universitario de Jaén. Desde la puerta principal con el ruido de fondo de los silbatos de los policías y pocos taxis pasando, la gente espera como de costumbre en los bancos o apoyados en la pared, aunque con sentimientos muy diferentes.

Kety Villena no para de sonreír. Tiene el teléfono a mano, aunque solo le funcione a ratos. Va a volver a ser abuela, su hija acababa de romper aguas y ni el apagón ni el hecho de no poder darle la buena nueva a todos sus familiares le van a estropear el día. “Los ascensores no funcionan, pero ya me ha dicho mi yerno que los generadores están funcionando y que todo va bien, así que estoy muy feliz”, cuenta.

A algo más de un metro de ella está Ana López y su padre en silla de ruedas. Sus rostros dibujan un aspecto contrario al de Kety. A pesar del comunicado de la Consejería de Salud y Consumo apaciguando los nervios y explicando que los Hospitales de Andalucía tienen 24 horas de luz eléctrica propia, la realidad no llega a ser totalmente así. El camión de gasoil que ha llegado para abastecer los generadores para los servicios urgentes y prioritarios, pero no llegan a todo.

“Mi padre tenía hoy tratamiento de inmunoterapia en Oncología y no ha podido ponérselo completo. Hasta donde han dado los monitores. Nos dicen que no pasa nada, pero si mi padre tiene ‘equis’ sesiones y ni hoy ni el jueves las va a tener porque es festivo, ¿cuándo las recupera? Pero nos dicen que no pasa nada. Hemos venido desde Cambil para que nos dejen así. No digo que hoy nos puedan atender pero que las recupere”, critica López, añadiendo que ningún paciente ha podido completar su tratamiento y los han mandado para casa.

La locura por las velas

La tarde avanza, las puertas de las cocheras y portales se dejan abiertas con maceteros o escobas, alguno conecta la batería del coche a la casa, la comida de mediodía es fría y muchos jiennenses se escapan a los pocos bares que no han echado la reja para beber fresquito y comer caliente.

Cafeterías cerradas.
Cafeterías cerradas.

“Aquí no tenemos nada de luz, pero como la cocina va con gas nosotros seguimos sirviendo, no se para y la gente no para de venir”, explica el dueño de Estación 23, Jesús Vilchez, cerca de la oscuridad de la cocina desde donde se desprenden los fogonazos de luz.

A punto de alcanzar las 17:00 horas el bullicio en la calle sigue y se forman colas en las puertas de los bazares esperando que estos abran. A oscuras, pero con un objetivo claro la gente va a por pilas, velas y linternas, todas las que puedan, por lo de que “no se sabe cuánto puede durar, mira el covid”. La desinformación acompaña en una jornada rara y alguno ya rumorea “que puede durar días”.

Por si acaso, la imagen imposible de un jiennense con una radio con la cajetilla sin pilas en busca de ellas es ya anécdota. Las velas rojas pasean por las calles, las sillas se colocan en la puerta para hablar con el vecino y los que tienen vacía la nevera (o no) van a por provisiones para tener el “kit completo de supervivencia” que tanto se hablaba hace unos meses con carcajadas.

En un establecimiento en penumbra donde hay de todo el discurrir de clientes es continuo. Alimentación Cerezo, es de los pocos comercios de alimentación que está abierto y el surtido variado ayuda a que quien entra se va con las manos llenas para la cena. “Nosotros pertenecemos al sector servicios y tenemos que darlo pase lo que pase, mientras podamos atender aunque sea sin luz. Todo nos lo pagan en efectivo y algunos que no llevan se lo damos fiado, lo que ya no se ve en ningún lado. Nos ha pillado como un día cualquiera, pero hemos seguido con normalidad”, explica el regente, Enrique Cerezo.

Un viaje sin partida ni destino

A pesar de que en las radios ya advertían del corte ferroviario por motivos de seguridad, algunos, sobre las 19:00 horas, lo seguían intentando a las puertas de la estación de tren de Adif. Con una cinta cortando el paso en la entrada, los trabajadores confirman una y otra vez que quedaban suspendidos los trenes, daba igual el destino y que hoy 29 de abril esperaban que volvieran con total normalidad.

Así, cientos de viajeros se quedaron en tierras jiennenses y otros tantos en mitad del trayecto. Es el caso primero de Esther Domingo, que tenía su tren a Madrid a las 17:20 horas para poder llegar a su trabajo hoy. “Intenté contactar para coger un blablacar pero me voy a tener que quedar aquí. Trabajo mañana por la mañana y no sé como lo voy a hacer pero han dicho que si tenías billete a las 17:20 te lo ponían a las seis de la mañana”, cuenta.

Mientras en otras ciudades del país volvían a cobrar la luz y el interior de los edificios se iluminaba al caer la penumbra, en Jaén, si te asomabas a la ventana, podías ver un cielo cubierto de estrellas, y el castillo, que siempre dibuja la silueta del skyline de la capital del Santo Reino era como un fantasma. Al final, las velas hicieron falta, pero al menos el aparente caos dio para levantar la vista del teléfono, hablar más con el vecino y pausar el reloj de la rutina durante unos instantes.

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