El alcalde de Jaén canta por el Kanka

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El Kanka, con el ukelele en ristre. / Esther Garrido

“Lo mal que estoy y lo poco que me quejo” lo canta el Kanka y lo podíamos incorporar al himno de Jaén, casi sin adaptación. Eso de estar jodidos, pero moderadamente contentos, nos viene al pelo. El propio alcalde podría subir su cuesta de cada día hasta el Ayuntamiento silbando la melodía antes de su quilombo diario.  

Son días de tregua, en cuanto la música cese y los drones del fin de fiesta de San Lucas aterricen, al regidor le espera la cálida trinchera del Ayuntamiento, con el agua hasta el cuello, barro en las cejas y el cuerpo a tierra. Se trata de llegar vivo hasta la siguiente refriega, los presupuestos de la Junta de Andalucía y, luego, que sea lo que el comandante en jefe Moreno Bonilla quiera.

No hay necesidad de que le lean las manos en un barracón de feria, ni quiromántico con cuerpo de asesor, cuando tienes las cuentas a la vuelta de la esquina. El 'casus belli' está ahí, agazapado, puesto por escrito se verá si es la “hora de Jaén” o si el alcalde, ahora sí, debe temer por su cabellera. ¿Salvarán al soldado Ryan o lo dejarán caer en acto de servicio? La tropa del alcalde mengua desde el primer día y no hay soldados de reemplazo, quizá fuera un mensaje.

En lo que va de legislatura la moción de censura se esgrime con algún alarde (véase el ofrecimiento del PSOE a Jaén Merece Más para limpiar la deuda del Ayuntamiento, fácil, como los milagros antigrasa) o cual veneno en las novelas de Agatha Christie, dicen que una vez esgrimido el recurso literario sólo cabe utilizarlo.  

Y, de nuevo, como secundarios de lujo, le tocará Jaén Merece Más, con el guion presupuestario en las manos, decidir si hay vida más allá del pacto con el PP y si las cuerdas están para tensarse y romperse, llegados el caso. Sigue el Kanka: "Y la historia me critica porque siempre estoy penando/ Yo les digo: pobre de aquel que oculta su llanto"

Hasta el momento, todo fueron fuegos de artificio, maniobras sincronizadas, pero hay quienes piden guerra abierta. Sobran estrategas y falta tropa dispuesta a caer con las botas puestas. Se miran en el espejo, fruncen el ceño a lo Robert Duvall y dicen aquello de cómo les gusta el olor del napalm por la mañana... Es la jungla política, el apocalipsis de cada día. "Chin pon".  

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