Radón, el gas que afecta a municipios de Jaén y supone la segunda causa de cáncer de pulmón
Provincia
El Ministerio de Sanidad, lanza el Plan Nacional contra este químico para proteger la salud del conjunto de la población, y las personas trabajadoras en particular
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El gas radón se extiende manchando el oeste del mapa del territorio español y sus efectos nocivos llegan hasta la provincia jiennense. Se trata de un gas radioactivo, incoloro, inodoro e insípido. Se produce por desintegración radiactiva natural del uranio presente en suelos y rocas, se filtra en viviendas y centros de trabajo a través del subsuelo. El agua también lo puede contener. Este gas es la segunda causa de cáncer de pulmón después del tabaco y está clasificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como cancerígeno humano desde hace más de tres décadas.
Por ello, el Ministerio de Sanidad, lanza el Plan Nacional contra el Radón para proteger la salud del conjunto de la población, y las personas trabajadoras en particular, frente a los riesgos de la exposición a este elemento químico en forma gaseosa. En Jaén existen más de ocho municipios afectados por el radón.
El mapa del potencial de radón en España, elaborado por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) muestra los niveles más elevados donde se concentra en Jaén este gas radiactivo, siendo la zona norte de La Campiña, Sierra Morena, parte de El Condado y el área oeste de Sierra de Segura las más afectadas.
La OMS aconseja establecer un promedio anual de referencia de 100 bequerelios por metro cúbico (Ba/m3) en todos los países y en circunstancias excepcionales que no supere los 300 Bq/m3.
Y en la provincia hay un municipio donde se salta esa línea roja, y que rebasa los 400 Bq/m3, es Santa Elena. Un pueblo de tan solo 883 habitantes con un término municipal de 144 km² que limita con Ciudad Real. Rozando la línea roja se encuentran los términos que abarcan Villanueva de la Reina, Marmolejo, Andújar, Baños de la Encina, Linares, Torreblascopedro, Aldeaquemada o Santiago de la Espada.
Plan de Sanidad
Las estimaciones actuales sobre la proporción de los casos de cáncer de pulmón atribuibles a este gas varían entre un 3% y un 14%, según la concentración media de radón en el correspondiente país y de la prevalencia del consumo de tabaco, según apunta la OMS.
La primera vez que se detectó este efecto fue al comprobarse un aumento en la tasa de cáncer de pulmón entre trabajadores de minas de uranio expuestos a altas concentraciones de radón. Además, hay estudios realizados en Europa, Norteamérica y China que confirman que, incluso en concentraciones bajas como las que se encuentran en las viviendas, el radón también entraña riesgos para la salud y causa cáncer de pulmón en todo el mundo.
El Plan aprobado por ministra de Sanidad, Mónica García, se articula en cinco claves: edificación, lugares de trabajo, conocimiento e infraestructura básica, zonas de actuación prioritaria y comunicación y concienciación.
De esta manera se evaluará la incidencia sobre la salud de la población junto con la exposición de los ciudadanos al radón, se tratará de reducir la concentración del gas en los edificios. Otra de las actuaciones va servir para potenciar la concienciación sobre los efectos del radón en la salud y, en particular, en combinación con el tabaco.
Cómo se cuela el radón en las viviendas
El radón puede entrar a los edificios por las grietas del suelo, los agujeros en la construcción, las ventanas, los desagües o los espacios que rodean los cables o las tuberías, según explica el Organismo Internacional de Energía Atómica.
El radón no se disipa en espacios cerrados a la misma velocidad que al aire libre y tiende a acumularse dentro de las edificaciones, lo que lo convierte en una causa importante de exposición a la radiación para el público.
Existen medidas para prevenir la filtración del radón en los edificios de nueva construcción y para reducir su concentración en los edificios existentes. Al construir una edificación hay que tener en cuenta la posible exposición a este gas, sobre todo en las zonas donde esté muy concentrado. Algunas de estas son: aumentar la ventilación del forjado, instalar un sistema de evacuación mecánica del radón en el sótano o bajo los pisos sólidos, evitar que se filtre desde el sótano hasta las habitaciones, sellar pisos y paredes, y mejorar la ventilación del edificio, sobre todo en el contexto del ahorro energético.
Los sistemas pasivos de mitigación pueden reducir en más de un 50% los niveles de radón en los espacios interiores y, si se añade un sistema de ventilación esos niveles pueden descender todavía más.
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