Adiós a un Miércoles Santo sin esperanzas ya en Jaén

CRÓNICA

La iglesia de Cristo Rey completamente abarrotada. / A.C.B.
Antonio Cañada

27 de marzo 2024 - 21:00

En pleno ecuador de la Semana Santa y con el tiempo atmosférico incapaz de colaborar en la agenda cofrade, la esperanza se encuentra ya abatida y casi perdida entre los jiennenses. Dice el refrán que a la tercera va la vencida, pero ni siquiera en este caso ha podido extrapolarse la máxima a esta tercera jornada sin procesiones. Por tercer día consecutivo las hermandades jiennenses se han visto obligadas a suspender su discurrir por el callejero de Jaén.

Las imágenes están todo el año en las iglesias para su veneración, pero el hecho de exponerlas en la vía pública trae consigo una intención evangelizadora que aún algunos no consiguen entender. En este sentido, la preciosa talla de Jesús Cautivo es un delirio entre los vecinos del barrio de Santa Isabel, que han encontrado en sus manos amarradas la libertad del camino. Quizá esta sea la auténtica paradoja de la religiosidad popular. "Gloria a ti, Trinidad, y a los cautivos, libertad", así lo dicta esta humilde hermandad en sus reglas diocesanas.

La iglesia de Santa Isabel se vestía de blanco impoluto pasadas las cuatro: de blanco sus túnicas, sus almas y el manto que los cobija cada Miércoles Santo. Esta corporación ha creado en cuestión de años una identidad propia en esta recoleta parroquia donde las miradas del día a día dirigen un padrenuestro a la ventana callejera desde la que el Cautivo entorna su contraposto. Su incorporación a la nómina de pasión fue, sin lugar a dudas, un absoluto acierto.

Costaleros del Cautivo frente al paso. / A.C.B.
Virgen de la Trinidad iluminada por la candelería. / A.C.B.

Los nazarenos trinitarios no han podido dar testimonio de fe tampoco en este día casi ahogado por las lluvias y el viento. El Hermano Mayor no tardaba en dar la mala noticia, que se repartía entre las paredes del templo con el llanto comedido de los jóvenes y veteranos. El palio blanco de la Trinidad se quedaba prácticamente enmarcado en el vergel de colores bordado sobre su bambalina frontal, uno de los estrenos previstos para esta Semana Santa. Al igual que las águilas bicéfalas del canasto del Señor, que en lugar de echar el vuelo se mantenían tristemente paralizadas entre las vetas de madera.

Y de las casas bajas de Santa Isabel el pueblo cofrade se trasladaba a la calle San Carlos en busca de la Esperanza. En un símil a lo vivido el Martes Santo con el Silencio, los más de 300 nazarenos del Perdón se aferraban a su papeleta de sitio con los nervios a flor de piel. Afuera llovía con fuerza cuando quedaban solo unos minutos para efectuar su salida, que finalmente se veía truncada ante lo evidente.

Las tres advocaciones de esta hermandad son la virtud de cualquier creyente: un perdón por las ofensas, el amor al prójimo y la esperanza de seguir adelante. Con ello, esta señera cofradía mantenía la compostura al decretar su suspensión para orar en comunidad ante sus titulares. Entre el llanto y la resignación, los costaleros se abrazaban a las trabajaderas para sentir una despedida repentina a ese oficio que los reúne cada año.

Los nazarenos se reparten en el interior de Cristo Rey. / A.C.B.
Detalle del paso de misterio del Santísimo Cristo del Amor. / A.C.B.

Todo es deleite en esta cofradía del Miércoles Santo: empezando por el andar de su prendimiento y terminando por el cimbreo de su palio. Pero, en medio de ellos, Jesús del Perdón atraía con exquisita belleza la oración de sus devotos. Los tres colores del cortejo -azul, rojo y verde- ponían el único arcoíris del día bajo las bóvedas estrelladas de Cristo Rey.

Pero si hay una cita emblemática en la capital este día para muchos visitantes de la provincia es sin duda alguna el acompañamiento de los legionarios al Cristo de la Buena Muerte. Desde un marco incomparable como nuestra Santa Iglesia Catedral, un viento huracanado sacudía los paraguas de los presentes. Resulta llamativo cómo a pesar de las constantes precipitaciones, los jiennenses cumplen estos días con el horario programado y desafían cualquier agente meteorológico para esperar a sus devociones.

Alrededor de 400 nazarenos y penitentes colmaban las naves del templo mayor de la diócesis. Y como en un retablo hecho a medida, los tres tronos de la corporación esperaban junto al trascoro la primera orden. Sin embargo, no tardó mucho más en llegar la decisión tomada desde la junta de gobierno: se suspendía la estación de penitencia ante el estado comprometido del tiempo. Ni Angustias Madre ni el Novio de la Muerte sonaron entre las paredes del renacimiento. Tan solo silencio y dolor en un fracaso colectivo que cuenta ya tres días seguidos en la capital del Santo Reino.

La Legión en el interior de la Catedral. / Peragón
Los tres tronos de la Buena Muerte. / Peragón

Admirable es en esta cofradía de corte clásico la larga comitiva de mantillas, más de un centenar, que ponen luto y serenidad a la más angustiada de las vírgenes jaeneras: una joya de los Mora que eleva a la cumbre de la divinidad el arte de la madera. Tampoco se queda atrás el misterio del descendimiento, algo menos valorado por el público por su factura enteriza y más "castellana" pero de indudable calidad.

El viento se llevó los cánticos de la Legión y la ilusión por vivir una tarde espléndida. Bajo los balcones de la Catedral resbalan las aguas que estos días caen como maná del cielo. Si será porque hace verdadera falta que las hermandades lo asumen con verdadera deportividad.

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