"En los setenta te vendían una foto de Lorca como si fuera una papelina de cocaína"

Cultura

El jiennense Juan Planta, impulsor de la histórica discoteca Planta Baja en Granada, publica el libro 'Arremangadas 6'

En la obra recuerda el movimiento Lgtbi y progresista del que formó parte en la ciudad nazarí durante los últimos años del franquismo

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Juan Planta, en el centro, durante la presentación de 'Arremangadas 6' en Granada.
Juan Planta, en el centro, durante la presentación de 'Arremangadas 6' en Granada.

En los años ochenta, Granada tuvo su propia Movida, y un jiennense de cuna no sólo fue partícipe de la misma, sino impulsor de fuste. Hubo un tiempo en el que Juan Peinado Marfil (Villanueva de la Reina) fue Juan Planta. Mucho tiempo después de aquella década de euforia y (re)descubrimiento, aún lo sigue siendo en cierto sentido. Con su labor al frente de la mítica discoteca Planta Baja, ayudó a alimentar la explosión cultural de una España sedienta de hipérbole. Ahora acaba de publicar Arremangadas 6, una obra en la que recuerda la época previa y la posterior de todo lo vivido entonces. Primero, su partida de Jaén a finales de los años setenta hacia una Granada que, en aquel tardofranquismo en el que ser rojo y maricón era delito, gestó en el seno del Albayzín un movimiento librepensador de certero aire fresco que alcanzaría su cénit durante la década posterior. Segundo, su regreso a los orígenes.

La obra, ya presentada en Granada y que celebrará su puesta de largo en Jaén el 17 de mayo, lleva por título el nombre de la calle en la que Juan vivió el nacimiento del Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR), movimiento exportado de Francia y con el que el villanovero participó en diversas manifestaciones, como la celebrada contra los asesinatos de obreros de Vitoria en el 76, todo ello rayando la clandestinidad. Mucho tiempo después, Juan reflexiona en las páginas de su obra sobre las conquistas sociales del ayer y del hoy, que son las mismas sin serlo. No en vano, como él mismo confiesa, está dispuesto a seguir arremangándose.

¿Cómo y cuándo empezó a dar forma al libro?

La cosa empezó en la época de la pandemia. Hubo mucha gente que estaba haciendo tesis o investigaciones sobre la homosexualidad y su represión en Andalucía, y que me llamaba para preguntarme acerca del FHAR granadino, también sobre la Movida, pero, sobre todo, acerca del movimiento homosexual de finales de los setenta. Es verdad que en Andalucía nosotros fuimos pioneros, pero duramos poco tiempo. Después, con la Constitución, vinieron más grupos, pero los tres, cuatro o cinco años anteriores fueron muy duros. Cuando me mandaban las preguntas para las entrevistas, veía que todos se interesaban por lo mismo: ¿cuál era vuestra visibilidad o qué hacíais para haceros visibles? Mire: yo, cuando iba a la universidad, me pintaba medio ojo como Marc Bolan, el del grupo Tyrannosaurus Rex, y entraba en clase. Cuando salía, me desmaquillaba. Un día se me olvidó, me paró un policía por la calle y me dijo que o me quitaba eso o me metía en la cárcel. ¿Cómo íbamos a darnos visibilidad? (Ríe a carcajadas) Si ibas con las pelijas o mal vestido, eras rojo, y si, encima de rojo, eras maricón, yo ya no digo nada. Poder mostrarle cómo fue la lucha que hubo en aquel momento a las personas que me preguntaban me costó cerca de un año de reflexión, de toma contacto con la gente que aún quedaba vivía y de composición de los hechos por medio de la hemeroteca. Me gustaría que leyera los artículos de los setenta, que parecía que eran el NO-DO de Franco. Tremendo. De ahí saqué muchas cosas. Al final, hice una recopilación pequeña, no muy grande, porque fueron tres años, del 75 al 78, y tres años no pueden contarse en 150 páginas.

-¿Podemos catalogar el libro, por tanto, como autobiografía, quizás como autoficción?

Un poco autobiográfico sí que es. Yo creo que todos los autores, a no ser que hablen de ciencia-ficción, tienen algo de su propia biografía en sus obras, y yo para escribir el libro he tenido que tirar de mis vivencias personales, de lo que he oído y he vivido. Sin embargo, al mismo tiempo no puedo considerarlo autobiográfico porque, aunque cuento cosas que ocurrieron de verdad, no me pasaron sólo a mí, sino a mucha gente. En la primera parte hay cuentos que se basan en recuerdos míos de la infancia y van alimentando la espina dorsal de la obra, que son las reivindicaciones Lgtbi y la reflexión sobre la Ley de Peligrosidad Social de aquel entonces, años setenta, cómo era la sociedad antes y cómo es ahora. En la segunda parte me centro más en analizar esa diversidad, recordando cuando estuve en el Partido Comunista, porque yo siempre he tenido conciencia de clase. Todo lo que cuento sobre esta etapa es muy real: el ambiente de la universidad, las manifestaciones que hacíamos, los lugares reivindicativos en los que nos juntábamos… En la tercera parte hablo de cuando volví al pueblo. Antes de eso estuvo toda la etapa de Planta Baja y la Movida de Granada, con muchos grupos de música, Los Planetas, artistas, periodistas, escritores… y se recogió en un libro que ya esta descatalogado. Esa parte de mi vida me la salto y, lo que hago, al final de la obra, es regresar a la realidad, a los orígenes. Este es un libro humano, de emociones. Hablo de la muerte, hablo de la eutanasia, del lesbianismo, de la homosexualidad. Yo he tenido relaciones con mujeres, he tenido relaciones homosexuales… Ahora no tengo relaciones con nadie, ni quiero (ríe). En fin, todo ese abanico me sirve para hablar de la vida. Ficción, por lo tanto, hay sólo un poco al principio. Es lo que me sirvió para empezar a darle forma al libro y que, luego, fuera todo más ligero. Si no, sería un ensayo, y yo paso de ensayos y de tochos.

"Este es un libro humano, de emociones: hablo de la muerte, hablo de la eutanasia, del lesbianismo, de la homosexualidad"

-Me cuenta que era casi imposible reivindicar ni la homosexualidad ni la mentalidad izquierdista. ¿Cómo se las arreglaban para ello?

Yo, por ejemplo, lo primero que hice al llegar allí, a Granada, fue afiliarme al Partido Comunista porque defendía los derechos del obrero y la conciencia de clase. Luego, cuando creamos el FHAR, teníamos que ser inteligentes. Por ejemplo, para pedir la amnistía de los presos políticos hicimos un acto muy grande en la Facultad de Ciencias, y también en el Hospital Real, que eran sitios en los que la policía no entraba porque casi se consideraban sagrados. Nuestra visibilidad se limitaba a eso, y, así, poco a poco pudimos ir difundiendo nuestra identidad, que era muy básica: la igualdad entre hombres y mujeres, la libertad y la visibilidad a la mujer, que, en ese momento eran dos tetas y un coño. Había tanta ignorancia que a las mujeres homosexuales ni siquiera se les llamaba lesbianas. Nosotros reivindicamos el uso de esa palabra, lesbiana. Aquella era una época de lucha y nuestras reuniones eran mixtas: había heterosexuales, homosexuales, transexuales… Allí conocí a una de las primeras trans de España, que nos contó su historia, y yo la escuchaba y la miraba con los ojos como platos. Era un mundo que no conocía. Nosotros, al principio, partimos casi de cero y sólo sabíamos hablar de homosexuales masculinos, homosexuales femeninos y travestis. Ese era el mundo, y no había otro. Un hombre que se vestía de mujer y una mujer que se vestía de hombre eran travestis. Y, ahora, mire todo lo que hay.

-¿En quiénes se fijaban, entonces? Usted y los que le acompañaron en aquel movimiento son referentes del colectivo Lgtbi andaluz de hoy, pero ¿quiénes fueron sus referentes?

Nuestra primera referencia fue Federico García Lorca. Hablar de Lorca en Granada en el 75 era como hablar de la bicha. Te pegaban. En el libro cuento que, en la calle del Aire, que está al lado de la Chancillería, cerca de Plaza Nueva, había una especie de kiosko en el que podías comprar la famosa foto de Lorca, esa en la que se le ve con el dedo en la cara, y te la vendían como si te estuvieras comprando una papelina de cocaína. Llegabas ahí, no me acuerdo lo que costaba, cinco pesetas o veinticinco, y te sacaban la foto de debajo del mostrador, envuelta en papel, diciendo que no dijeras nada no fuera a ser que le quemaran el kiosko.

-Juan, ¿por qué sigue siendo necesario ahora publicar un libro como este?

Porque, tal y como decían Freud y Lacan, la historia es una sucesión de avances y retrocesos. Tú vas reivindicando y consiguiendo avances, pero, luego, se vuelve atrás. Creo que ahora estamos en esa fase de retroceso, de involución. No hay más que echar un vistazo al resto del mundo: está surgiendo el fascismo por todos lados y hay mucha prensa manipulada por lobbys y empresas. Yo en el libro hablo del feminismo, que es la revolución del siglo XX, de los movimientos estudiantiles, de la diversidad, que es el reflejo de la vida. Por eso publicarlo era muy necesario: es como ponerte ante el espejo. No lo he hecho por vanidad.

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