Aumentan los casos de trastornos de conducta alimenticia tras la pandemia
La imagen irreal de los cuerpos que reflejan las redes sociales es uno de factores que influyen en el desarrollo de un TCA, según la psicóloga de Jaén, Marisa Gómez
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El espejo, la báscula y la hora de la comida se pueden convertir en un infierno para muchas personas. Evitar ir a lugares públicos donde haya que comer, vomitar sin causa aparente, atracones en las últimas semanas, saltarse las comidas, falta de los tres últimos ciclos menstruales o acudir al lavabo al finalizar las comidas con excesiva frecuencia son algunos de los muchos síntomas que sufre una persona con un Trastorno de Conducta Alimentaria (TCA).
En un momento de aislamiento y de un mayor uso de las redes sociales, como el que fue la pandemia, supuso un gran calado en jóvenes y niños en una etapa de crecimiento y de especial contacto humano. Marisa Gómez, psicóloga especialista en anorexia y bulimia en Jaén, explica que a partir del confinamiento notaron un aumento de las personas que desarrollaron este trastorno.
"Estar todo el día en casa llevó a fijarse en la alimentación y a hacer ejercicio físico en algún punto de manera descontrolada. Estamos hablando de chicas muy jóvenes donde la vida social es lo primordial", cuenta la psicóloga.
Los dos tipos de TCA más comunes son la anorexia y la bulimia, y se suelen dar con más frecuencia en las niñas. La anorexia es una enfermedad mental que consiste en una pérdida voluntaria de peso, por lo que la persona va reduciendo la cantidad de alimentos. A pesar de disminuir de peso su temor continua y la manera en la que se percibe así misma la persona no varía. En cambio, la bulimia se caracteriza por episodios de atracones a los que siguen conductas compensatorias tendentes a evitar el aumento de peso, tales como ayuno o ejercicio físico excesivo.
El uso de las redes sociales como potenciador de los TCA
La anorexia suele aparecer alrededor de los 10 o 12 años, aunque en los últimos años, en la consulta de Marisa Gómez, en Jaén, han notado que cada vez acuden niñas más pequeñas con este problema.
"Se está notando mucho que ahora los jóvenes tienen acceso cada vez más pronto. Tienen acceso a contenido para el cual quizás no están todavía preparadas. A través de los filtros, podemos modificar nuestro cuerpo a nuestro antojo. En esa etapa no tenemos todavía desarrollado ese espíritu crítico de saber que son filtros, que es photoshop, y eso no es real. Entonces intentan parecerse a eso que ven, a tener una vida muy idealizada", cuenta la psicóloga.
Aunque la teoría la tengan aprendida, en la mayoría de ocasiones la repetición continua de imágenes durante todo el día en el dispositivo móvil de cuerpos "delgados" o "ideales", con un retoque de las imágenes, de la consecución de vídeos haciendo ejercicio, rutinas de "cuidado" de la piel o consejos de dietas dejan mella en los jóvenes. Contenido audiovisual que además está creado para enganchar.
Hay una salida
El primer paso para salir de ese pozo es empezar la terapia. A veces, forzadas por sus familias, lo que más trabajo les cuesta es la aceptación. A partir de ahí, comienza un largo camino de trabajo para superar la enfermedad.
"Existe una distorsión de la imagen. No es que quieran adelgazar porque sí, sino que en el espejo ellas se ven sobredimensionadas. Entonces, por muy delgadas que estén o por mucho que se lo digamos, la imagen que ellas tienen de sí misma está muy distorsionada. Con lo cual, para ellas comer es un auténtico suplicio porque piensan que comer va a significar engordar y sienten que traicionan su objetivo" cuenta Gómez.
La psicóloga explica que el recorrido para superar la enfermedad es largo, pero que se puede con un tratamiento multidisciplinar, donde debe de intervenir el psiquiatra, el nutricionista y sobre todo el psicólogo con mucha psicoterapia para fortalecer todos esos factores, que te han llevado a desarrollarlo. Una suficiente autoestima, un autocuidado, un saber hacer ejercicio y alimentarse de manera sana, sin obsesión.
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