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Mauro Entrialgo: "Cómo vas a ser rebelde, criatura, si eres seguidor de Elon Musk"

historietista

Mauro Entrialgo. / Cristina Candel

ENSAYO TRAGICÓMICO DEL MAL. Mauro Entrialgo (Vitoria-Gasteiz, 1965) ha publicado medio centenar de libros de historietas, mantiene desde hace un cuarto de siglo una página semanal en El Jueves y ha colaborado como humorista gráfico en multitud de periódicos. Es normal que, ante la publicación de Malismo (el libro que ahora vez la luz con Capitán Swing), la gente le preguntara si “tenía dibujos”. Pero no, no los tiene:“Quería darle un poco más de valor a la palabra, que se note que es algo distinto a lo que suelo hacer habitualmente, una especie de ensayo tragicómico”, indica su autor, que se ha dedicado durante cinco años a recopilar evidencias sobre “la ostentación del mal como propaganda”.

–¿El malismo es una reacción al buenismo o tiene entidad por sí mismo?

–Tiene entidad en sí mismo. De hecho, el mismo invento de la palabra “buenismo” procede del malismo. La idea del libro ha sido buscar una palabra para aunar este conjunto de estrategias que tienen en común presumir de ser malo y usar el mal como plan comunicativo. La definición concreta que recoge la RAE de “buenismo” debería señalar la actitud del que, para solucionar problemas, es demasiado condescendiente y no consigue arreglar nada siendo buena persona. En cambio, se utiliza como un insulto.

–Una actitud chulesco despectiva que se ha terminado asociando con lo rebelde, pero lo rebelde nunca ha sido el abuso del poderoso.

–Lo sorprendente es cuando presumir de algo mezquino o malvado salta del ámbito privado, y una presidenta puede decir que está en contra de la justicia social, por ejemplo. Parece todo libertad, desacato y rebeldía, pero el desacato es imposible desde alguien que esté en la cima. 

—Y no deja de haber relación entre la filiación a ideas ultraliberales y de extrema derecha por parte de los jóvenes, y ese vínculo que se hace de todo esto con lo contestatario, como si fuera el nuevo punk. 

–Pero cómo vas a ser rebelde, criatura, si eres seguidor de Elon Musk. Una de las cosas que a mí más me ha sorprendido es la velocidad y el calado que ha cogido el movimiento. Llevo cinco años recopilando material malista y no daba abasto. Hasta el último mes, que estábamos corrigiendo ortotipo, tuve que incluir lo de Alvise... 

—Uno de los pecados del malismo es criticar mal. Malismo mal. Es el caso de la Agenda 2030, a la que se podría achacar ser un listado de buenos deseos a lo Miss Mundo. 

—La mayor parte de la gente que critica la Agenda 2030 no se la ha leído:se pone en contra porque está de moda hacer alarde de esa disidencia falsa. Hombre, yo entendería que los países islamistas o las dictaduras estuvieran en contra de un listado así, que como mucho se le puede acusar de naíf o de hipócrita en boca de ciertos dignatarios, pero no de perverso.  

Curiosamente, lo sobrenatural conspiranoico ha cambiado de espectro ideológico"

—¿Quién diría que es el epítome del malismo?

—En la política, todavía estamos con una táctica de publicidad segmentada y dinámica. No hay nadie que use sólo el malismo: de hecho, si sale mal, se envuelven en disculpas tradicionales, o lo envuelven en paños calientes. Ayuso, que ha pronunciado grandes joyas malistas, después corrió a desdecirse cuando se le señaló que cómo podía decir que estaba en contra de la justicia social, que entonces estaba a favor de la injusticia social, y enseguida vino con que no está en contra del concepto, sino de quien usa el término gratuitamente, etc, etc. Las justificaciones típicas del mal, en cualquier caso: yo no quería, me engañaron, no me enteré. 

—Y tú, con las gafas. 

—Lo malo es que lleguen a la fase “he sido yo, y qué pasa”.

—Hay veces, dice, que la táctica sale mal, como en el “que te vote Txapote” o el “me gusta la fruta”.  

–Bueno, lo de Txapote salió bien, porque se usó como una especie de mantra para las municipales y consiguió que problemas de gestión local quedaran desplazados por esta discusión ideológica: lo grito a ritmo de White Stripes, pero la piscina de mi pueblo no la habéis abierto en verano. Ocurre que salió de su ámbito de creación original, que era Vox. Pero el otro sí que terminó saliendo regular, en cuanto Óscar Puente terminó haciéndolo suyo. 

–En ‘Malismo’ explica una figura que a muchos nos suliveya, y a la que no dábamos crédito: los nazis del misterio. 

—Claro, porque lo asociamos con lo contracultural, el jipi porreta... Pero si lo piensas, tiene muchísimo sentido. Tiene mucho sentido que si uno cree en presencias fantasmales o en Mercurio retrógrado, crea en conspiranoias, chemtrails y se tatúe el sol negro. Curiosamente, lo sobrenatural conspiranoico ha cambiado de espectro ideológico, cosa que pienso se debe a la influencia extranjera.

—El libro se cierra con el capítulo ‘Por qué voy a matar a Herminio Bolaextra’. 

–Con Herminio lo que me pasa es que yo no disimulada que era un personaje negativo. De hecho, uno de sus monográficos se llama Cómo convertirse en un hijo de puta: aunque claro, al menos de él podemos decir que no vende a los fondos buitre todas las casas del centro de la ciudad. Pero en el ambiente actual, no me apetece seguir dando alas, que alguien se crea que puede estar orgulloso de no ser buena persona.  

–Imagino que la gran pregunta a hacerse es si los malvados siguen siendo pocos, aunque haciendo mucho ruido, o han pasado a ser muchos. 

—Soy más optimista de lo que parece y sí que creo que las personas buenas son muchas más. Hay gente que, como está de moda esto, se hace más mala de lo que es en verdad, y dicen burradas en los medios que en realidad no creen, a lo que no ayuda el tema del clickbait... Pero creo que la mayor parte de la gente, en general, es buena. 

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