Alberto Ammann, "Las empresas tecnológicas nos gobiernan y nadie les ha votado"
Entrevista
El actor hispano-argentino es en la película 'Justicia artificial' el empresario de la una gran corporación que quiere controlar los sistemas judiciales de todo el mundo a través de su programa de IA
Justicia artificial | Crítica: Jugando a las distopías
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Alberto Ammann, cordobés de la Córdoba de Argentina, actor versátil y poliédrico que se convierte en un intrigante empresario en Justicia artificial, recién estrenada en los cines, de Simón Casal, con su distópica perspectiva de cómo la IA puede intervenir en cuestiones cruciales como nuestro sistema judicial. Se crio en España huyendo su familia de la dictadura de Videla.
En su labor actoral cuida especialmente los acentos, su deje cordobés argentino fluye en su voz que se transforma en los personajes que se tercien, desde que fue descubierto por Daniel Monzón en Celda 211, con Goya incluido. También convence como el empresario que alumbró el fenómeno de Locomía en la reciente película sobre este grupo.
Su intervención en la serie Narcos de Netflix lo convirtió en un ídolo internacional.
Pregunta.-En Disco, Ibiza, Locomía está irreconocible.
Respuesta.-Es más fácil esconderse cuando los personajes son tan extremos, con la caracterización. Cuanto más cotidianos, más difícil es ocultarte tras el papel. El personaje en Locomía, José Luis Gil, es barcelonés pero me di cuenta de que en la vida real tenía ese acento chulapo de Madrid al que me quise acertar, un personaje sofisticado, redicho y anticuado.
P.-Con Justicia artificial y la inteligencia artificial (IA) hubiera parecido ciencia ficción hace unos años, pero en realidad están manejando posibilidades de hoy.
R.-Este thriller es un aviso. Estamos en manos de las empresas tecnológicas, que son las que gobiernan el mundo. No me aterroriza, ni tengo miedo, pero me preocupan que nos gobiernen cuando nadie les ha votado.
P.-¿Cómo resume esa Justicia artificial que está en el cine?
R.-Verónica Echegui es Carmen Costa, una jueza que debe examinar y aprobar un programa de IA aplicado a las resoluciones judiciales. Va a haber un referéndum que permita que el sistema THENTE pueda aplicar la justicia con rapidez. Mi empresa en la ficción, con Tamar Novas, dentro de mi equipo, puede dictar sentencia de un caso con la celeridad que se escribe una citación. Al desaparecer la desarrolladora del softwarre se cruzan intrigas sobre quién de verdad quiere influir y controlar el país.
P.-¿Su personaje es un cínico?
R.-Mi personaje, Alejandro Havel, dice que con THENTE se va a democratizar y despolitizar la justicia, lo que va a traer una democracia real. Es un empresario coherente consigo mismo, que se basa en sus creencias y tiene claro que el camino de su compañía es el de controlar los sistemas judiciales de todo el mundo. Me baso en esos políticos que viven en un estado personal energético, que sienten que triunfan y alimentan su narcisismo. Sabe que la jueza Costa es fundamental para que la ciudadanía vote sí a la instauración de THENTE.
P.-¿Y cree que en la realidad vivimos en una democracia real?
R.-La democracia no debería limitarse a votar cada cuatro años, o el tiempo que corresponda. Los políticos deberían estar para proteger nuestros derechos, administrar la riqueza de todos, con una ley de responsabilidad política. A nuestros representantes habría que evaluarlos anualmente.
P.-Según la distopía, la IA nos reemplazarían prácticamente a todos.
R.-Las empresas de IA recolectan todos los datos, todo lo que nos gusta. Para que los señores con dinero sigan ganando dinero están controlando todo nuestros movimientos y desplazan la figura del Estado. Es lo que está pasando en Argentina: dudo de la capacidad psicofísica de Milei y su entorno. Son títeres de las grandes empresas y los medios tienen una responsabilidad enorme.
P.-¿Cómo le convenció Simón Casal para que usted fuera un personaje de los empresarios que critica?
R.-Simón es un director que me ha sorprendido. Tiene un relato elegante, adulto. Cuando leí el dossier de la película ya me quedó anonadado. Leí el guion, vi documentales. Hay posibilidades reales de que exista en breve lo que cuenta Justicia artificial y se está tramando en la sombra. En 2016 una empresa que investigaba las sentencias en EEUU observaba que había claros criterios racistas en las sentencias.
P.-Se nos está quedando un mundo difícil.
R.-De alguna manera hay una limpieza de los pobres, de los débiles. Es un modelo que nos ataca por todos los lados. La gente no puede acceder al alquiler, los jóvenes no pueden independizarse, tener hijos, El sistema está en manos de empresas privadas que no miran la cuestión social, sino sus cuentas. Quieren que seamos sólo jornaleros. Nadie va a tener tiempo y esperanza para vivir, es un ataque y el miedo está generalizado Y el miedo siempre es paralizante En la película Simón Casal conoce bien de lo que está hablando y es una persona muy comprometida.
P.-¿En qué está trabajando ahora?
R.-Me siento afortunado con los directores. Ahora estoy trabajando en un proyecto internacional Georgie Banks-Davies, hija del diseñador del coche de James Bond. En Justicia artificial he disfrutado mucho del trabajo con los compañeros, con Verónica y con Tamar, interpretan a personajes muy lejanos de lo que ellos son.
P.-Como cordobés argentino ¿Son parecidos a los cordobeses de España?
R.-Yo diría que son parecidos. Los cordobeses de allá son los que tienen mejor buen humor del país. Ahí no me incluyo porque mi buen humor no es de exhibirlo, se queda en un círculo más íntimo, por timidez.
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