Del 'Benvingut Peter' al 'Lim out': la caída libre del Valencia

Diez años después de ser recibido como el salvador del club, el magnate singapurés es repudiado por la mayoría de la afición

Un enojado aficionado del Valencia clama por la salida de Peter Lim. / Biel Aliño (Efe)
Nacho Herrero (Efe)

23 de octubre 2024 - 20:27

Valencia/Diez años después de ser recibido al estilo Bienvenido Mr. Marshall, el empresario singapurés Peter Lim, máximo accionista del Valencia, es ahora repudiado por la mayor parte de su afición, que reclama su salida tras ver cómo, lejos de asentarse en la élite europea, el equipo lleva cinco años de caída y ahora es colista en LaLiga.

Entre el 'Benvingut Peter', el mosaico de cartulinas pagado por el club con el que se le recibió, y el Lim out, el lema que ha extendido en sus protestas Libertad VCF, uno de los grupos de oposición más activos al empresario, han pasado diez años con dos etapas bastante diferenciadas.

Hubo un primer lustro con fichajes y algunos éxitos deportivos, como el cuarto puesto de las ligas 2014-15, con Nuno Espirito Santo, y de la 17-18 y la 18-19, con Marcelino García Toral, y sobre todo la Copa del Rey de ese último año. Pero tras el despido del asturiano y el desmantelamiento del proyecto que lideraba como director general Mateu Alemany se inició una decadencia que no parece tener freno.

En ese contexto, gana peso hasta convertirse en una losa la lista de promesas incumplidas que sus valedores pusieron en boca de Lim, sin hacer que él las expresara en público y, sobre todo, sin asegurarlas en los contratos. De pelear por la Champions sin perder la identidad, a acabar el Nou Mestalla en 2019 o comprar él mismo las parcelas el actual Mestalla.

La desafección se ha multiplicado en los últimos tiempos con gestos como el del expresidente Anil Murthy mandando callar a la grada de Mestalla, los intentos de reprimir las protestas contra su gestión dentro el estadio o que Lim, que nunca ha comparecido ante los medios, lleve cinco años sin aparecer por Valencia, entre otros.

La retención en Singapur hace unas semanas de dos seguidores que mostraron una bandera contra él y pegaron un adhesivo con ese lema de Lim out en una de las propiedades del empresario ha hecho que la oposición a su gestión traspase fronteras como nunca lo había hecho.

Todos esos elementos le han convertido en estos últimos años en el centro de la ira de miles de valencianistas, que han protagonizado manifestaciones, vaciados exitosos y otros no tanto de Mestalla, y que tienen diseñada una potente agenda para que venda el club y un plan menos consistente para que lo haga a los propios seguidores.

El 24 de octubre de 2014, Lim logró definitivamente la adquisición de la mayoría accionarial, el 70%, al pactar con sus principales acreedores. Así lo anunció el club con un mensaje en sus redes sociales pocos minutos antes de que acabara el día. El inversor fue en su momento presentado, y recibido, como el salvador de un club que estaba en una situación sin otra salida, un planteamiento falaz.

Unos meses antes, su oferta había sido elegida por la Fundación VCF, poseedora entonces de la mayoría accionarial tras una desgraciada ampliación de capital diseñada en 2009 entre los dirigentes del club en esa época, la Generalitat y Bankia con un préstamo de 75 millones con aval público. La incapacidad para devolver ese dinero llevó a poner en marcha el proceso de venta en diciembre de 2013.

Hubo entonces voces dentro y fuera que advirtieron de que había otras soluciones, como un concurso de acreedores, y del peligro que suponía para el futuro el club ese camino sin aparente retorno. También de los 'agujeros' que presentaban tanto la propuesta de Lim, a través de la empresa Meriton, como las no elegidas. Hubo también una gran campaña de descrédito urdida desde el club contra esas posiciones.

Al día siguiente del anuncio, el 25 de octubre, el Valencia jugaba en Mestalla contra el Elche y el entonces presidente del club, Amadeo Salvo, recibió con honores en la puerta de Mestalla a Lim para una suerte de entrega de llaves de la casa junto a cerca de mil quinientos seguidores, que pusieron un enfervorecido color a la alfombra roja que el patronato que encabezaba Aurelio Martínez le había extendido. En la grada, le esperaba un enorme mosaico con aquel Benvingut Peter.

Pese a no ser los impulsores de la venta, Salvo y Martínez fueron desde sus posiciones los que la condujeron y apostaron claramente por la propuesta de Lim. "La oferta de Lim es una barbaridad", aseguró entonces Salvo, que la cifró en una de las tres transacciones más importantes de la historia del fútbol hasta entonces. Ambos salieron absueltos de un endeble proceso judicial para exigirles daños morales.

A la inversión de unos cien millones que hizo en 2014 para comprar las acciones, Lim ha añadido en estos diez años, en buena parte obligado por su propia gestión del club, cerca de doscientos más, que en buena parte ha capitalizado hasta hacerse con el 90% de la propiedad del club.

Unos días después de cerrarse la compra, en la junta extraordinaria convocada para explicarla, Salvo aseguró que el Valencia había tenido suerte con Lim. "Es una persona sencilla, llana, que a donde llega quiere lo mejor. Viene a invertir, es uno de los sueños de su vida y uno cuando consigue un sueño no lo destroza. Viene a que el Valencia sea cada vez más grande", afirmó.

Lejos de ser más grande, el Valencia coquetea ahora con un abismo deportivo, económico y social mientras trata de poner en marcha las obras del Nou Mestalla, sin que esté claro si lo hace para que se convierta en el motor del club o sea la palanca para acelerar su venta. Porque hay algo que no ha cambiado en esta década: nadie sabe lo que piensa Lim. 

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