Juan Espadas se resigna al cambio y facilita su relevo
Pedro Sánchez decidirá finalmente al secretario general del PSOE de Andalucía, aunque María Jesús Montero estuvo a punto de ser designada el pasado jueves por la noche
El diputado jienense Juanfran Serrano sigue en la liza
Deshojar una margarita en femenino
Juan Espadas se resigna. Fuentes del PSOE dan por hecho que el ex alcalde sevillano ha aceptado facilitar un relevo que se espera inminente. Esta elección permitirá calmar las aguas en el partido, pero el perfil de la persona elegida marcará si un grupo de críticos, ya minoritario, presenta alternativa, "Al final -dice un miembro de la Ejecutiva de Espadas-, será él quien tenga tiempo para comerse las palomitas en el Congreso de Granada".
El discurso que el actual secretario general del PSOE de Andalucía pronunció el pasado viernes en Jaén anticipaba que el hombre que ha liderado el partido desde que le ganó unas primarias a Susana Díaz ha asumido que la organización debe renovar "el proyecto". Y a su secretario general en una decisión que ya no sólo depende de Ferraz, sino de Moncloa, de acuerdo con el estilo personalista que Pedro Sánchez ha impreso al PSOE y que la mayoría acepta con una paciencia que tiene fecha de caducidad.
Todas las reflexiones en las que han participado Ferraz y los secretarios provinciales andaluces conducen a dos personas, a la vicepresidenta María Jesús Montero y al diputado jiennense Juan Francisco Serrano, así ha sido desde el verano pasado, pero la fórmula de la convivencia y la designación corresponde a Sánchez, tal como indican varios dirigentes. De hecho, María Jesús Montero estaba, prácticamente, designada el jueves por la noche, horas antes de que en Jaén se reuniese el Comité Director de la principal federación socialista de España.
Esa misma noche también se decidió que la ministra de Educación, Pilar Alegría, presentase su candidatura a la secretaría general del PSOE de Aragón. En unas pocas horas, Moncloa dio su visto bueno y se organizó un acto en La Zaida (Zaragoza) para bautizar a la aspirante sanchista que deberá competir con otros candidatos de los leales al ex presidente Javier Lambán.
La candidata es Montero, la preferida por los dirigentes y la militancia, pero algo se torció a última hora. ¿Qué? Nadie se atreve a explicarlo, todos los consultados se refieren al poder inmenso que Sánchez ha desplegado en una organización de más de un siglo de historia, aunque una fuente atribuye estas dudas a cierto choque de intereses entre Moncloa y Ferraz.
Juan Francisco, Juanfran, Serrano, es la mano derecha del secretario de Organización, Santos Cerdán. Es, como uno de los consultados explica, como "un número tres" en el partido, el hombre que ha acompañado al navarro a todos los viajes a Bélgica y Suiza para hablar con Carles Puigdemont. Con 36 años, Serrano sólo sería secretario de Organización del PSOE-A si María Jesús Montero es la secretaria general y candidata de facto a las autonómicas de 2026. La apuesta personal sería máxima.
Pero hay otro problema. Si Espadas se ha avenido a negociar su salida y facilitar una transición tranquila, puede intentar vetar a Serrano, a quien los suyos lo han definido en varias ocasiones como "un Felipe Sicilia 2", ese diputado jiennense que tuvo el valor de ser el primero en plantar cara a Susana Díaz, pero que fue dejado de lado por el partido en su provincia. No obstante, Serrano está lejos de ser Sicilia, Santos Cerdán no es cualquiera en el PSOE.
María Jesús Montero y Serrano no van a tener problemas entre ellos. Si por algo se caracteriza la vicepresidenta del Gobierno es por rehuir de los conflictos orgánicos y de servir de enlace ente Moncloa y Ferraz. Tanto el uno como el otro pueden ser secretarios generales, pero la decisión es de Pedro Sánchez y, como en el caso de Pilar Alegría, el partido se puede enterar horas antes de que se convoque el gran acto de presentación.
El modo de actuar es clavado al que siguió Mariano Rajoy en febrero de 2014, cuando designó a Juanma Moreno como sucesor de Juan Ignacio Zoido. Casi sin consultas, a sólo un día de que se presentasen las candidaturas. Un dedazo que, a la postre, resultaría prodigioso. Moreno, entonces secretario de Estado de Igualdad, competía con José Antonio Nieto, favorito de Cospedal, y José Luis Sanz, preferido de Zoido. Rajoy señaló y no se discutió.
Pero el PSOE no es el PP. En Andalucía el movimiento crítico, en el que finalmente está todo el partido, lo inició Luis Ángel Hierro en una alianza con los susanistas. La apuesta decidida por presentar un candidato si Juan Espadas aguantaba ha servido para que el resto se atreviese a solicitar el relevo del secretario general. Y aún habrá que ver si estos dos grupos siguen adelante con la apuesta. Pero hay que saber el nombre del elegido. Y entre los miembros de la dirección del actual líder también hay un "neocrítico" clave, el secretario provincial de Cádiz, Juan Carlos Ruiz Boix, que fue el único que ha pecho descubierto defendió el cambio.
Las direcciones de Jaén y Sevilla tampoco son el PP, sus líderes, Francisco Reyes y Javier Fernández, son tipos serios, de esos que rehúyen de los experimentos y que le temen a las divisiones internas tanto como al PP. O más. Aunque Sánchez decida, no lo hará en contra de ellos.
Esto es una cuestión de horas, quizás de días. Si Moncloa apuesta con a misma intensidad que en Aragón y en Valencia, la secretaria general será una mujer, María Jesús Montero, aunque mantenga el cargo de vicepresidenta del Gobierno. Montero, de 58 años, atesora el conocimiento de la administración estatal y autonómica, nunca fue una mujer de partido, pero finalmente ha sido aceptada por todos. El PSOE preferiría, en cualquier caso, que la candidata fuese una mujer, de ahí que también se hayan barajado los nombres de María Márquez, Lina Gálvez y Carmen Castilla.
Pero la opción de Juanfran Serrano tampoco es conservadora, es osada, arriesgada pero también supondría una renovación plena del partido. Sánchez tiene la última palabra.
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